Muchos años después, cuarenta exactamente, la Misa Sabandeña ha sido grabada de nuevo. Se trata de algo en principio poco significativo, apenas un pequeño escalón en el largo camino que ha venido recorriendo el grupo que revolucionó la música popular de las islas. Pero sí que nos parece significativo el mero hecho de sacar a la luz esta versión revisada que ha sido puesta en circulación por estas fechas navideñas, y el disco ha salido con un motivo del pintor Manolo Millares, que fue el autor de la portada del primer disco. Aquella fue una primera piedra del enorme trabajo discográfico del grupo, un trabajo de Elfidio Alonso y Julio Fajardo en el que sin duda ya estaba presente la aspiración social de aquellos hombres.
Se trataba de recuperar el folklore de las islas, inaugurando una tradición: sacar un disco al año por Navidades. La Misa fue un desafío para un colectivo que nacía con grandes ambiciones. Se trataba de enaltecer la ciudad de La Laguna, su Cristo, su carácter. De este modo, ya en el Kyrie afloraban sirinoques y aires de Lima, en el Gloria había isas, folías, seguidillas, tajaraste y tango herreño. Folklore y fusión, y en cada parte se integraban el sorondongo, el baile de tambor, el arrorró y las malagueñas. Los Sabandeños se inspiraron en la misa criolla de Ariel Ramírez que interpretaban Los Fronterizos. Todo se hizo en una grabación heroica en el Teatro Guimerá, con pocos medios pero con evidente pasión. Y hasta el pintor Millares, tan poco practicante, la oyó en vivo y en directo.
Fue la Misa un fenómeno televisivo, fue un fenómeno discográfico, un revulsivo social y cultural que ha quedado en la memoria. Muchos grupos similares a Los Sabandeños trataron de hacer su propia versión, partiendo de aquella grabación original. Y ahora ha sido una buena idea lanzar en formato digital esta versión revisada, que incluye un pequeño conjunto de villancicos de nueva creación, junto con una versión del popular Lo Divino, así como variantes de tradiciones populares del ciclo navideño de estas islas, como el Canto de Pastores del norte de La Palma. Con la dirección general de Elfidio Alonso, el proyecto ha contado con la dirección musical y los arreglos de Benito Cabrera. El disco, a pesar de su corta duración, trae el buen sabor de los recuerdos que se recuperan: el Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus y el Agnus Dei dan paso a Virgen de Candelaria, del propio Elfidio Alonso; Vamos a escuchar al viento y Voy cantando Pascuas, de Benito Cabrera, Navidad en La Laguna y Canto de Pastores de La Palma, también versionados por Cabrera. Pocas cosas son capaces de durar cuarenta años en las islas, porque el desinterés y la abulia suelen echar por tierra lo mejor de nuestras aspiraciones. Pero en este caso está claro que Los Sabandeños han personificado un afán de pervivencia más allá del tiempo, más allá de las modas, más allá de la invasión de la música ligera, de la salsa carnavalera, de aquello que Elfidio llamaba la "música chicle" que nos imponen las modas de las discográficas, los lanzamientos universales de la industria cultural norteamericana, es decir: de tanta cosa superficial y descartable.
Está muy claro que es necesario alegrarse por estas ganas de seguir haciendo cosas, revisando cosas, poniendo cosas en la calle con esa lucidez y esa frescura, con esa inspiración y esa capacidad de convocatoria en las plazas del pueblo, en los escenarios, en las iglesias y en las catedrales. Pues cuarenta años después aquí tenemos este breve pero enjundioso regalo discográfico que impone carácter, y que ahora cuenta con la participación de nuevos valores de la música que se hace en esta tierra. Once cortes, en apenas 40 minutos de grabación, que constituyen un digno regalo a nuestros oídos en esta entrada de un año nuevo, una nueva década, un nuevo surco en el largo camino que nos queda por andar.