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Sexo, corazón y vida
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La voz mirada

El mar no tiene tiempo,

es la felicidad.               

              Aquiles Javier

Hace unos días mi amigo Aquiles, que ya me había dicho hacia un tiempo que se había metido en el camino de la literatura, me envió un regalo en forma de borrador, su primer libro de poemas y me llevé una sorpresa porque conocer a los amigos a través de sus obras es un lujo.

Y la verdad es que la sorpresa ha sido bastante grata. He descubierto que apuesta por una poesía cercana y entendible, una poesía llena de encanto y sinceridad. Una poesía que pasa su mirada por el paso del tiempo, la relación amorosa, el sentimiento del desamparo, de la enfermedad o el miedo a la caducidad de la vida. A la muerte.

Así su primer poema Phoenix Canariensis se adentra en el significado mitológico de la palmera, en el árbol sagrado de los antiguos canarios, en su simbología ancestral. El poeta contempla a través de él, la infancia y la memoria:   El columpio que me llevaba/me traía y de nuevo ahora/me eleva a su follaje, /es la misma certeza/que bajo su fresca caricia/ adquirí en la fugaz infancia:/Esta es mi casa./ cuna de dioses mitológicos,/ árbol de vida, hija del mar/ en los reinos antiguos…

El árbol está visto como padre protector. Y el poeta aspira a ser el Ave Fénix capaz de renacer de los estragos del pasado. 

En su segundo poema el autor habla de la sociedad de consumo, de las luces y abalorios, de un centro comercial multitudinario, lleno de ruidos. Y de nuevo hay una mirada de añoranza, de recuerdo, de melancolía hacia el pasado, del almanaque del Che, los arrebatos idearios, el fuego de los primeros amores que difícilmente vuelve a prender con la misma fuerza. Pero el poeta consigue el equilibrio dando un salto del pasado al presente:

….Los sábados libres son amplios; /contienen los domingos. /Pasa por el adosado, pasión

Y para escapar de la rutina y la trivialidad, se rebela, invoca el compromiso, pero antes será necesario clarificar los objetivos, puntualizar las posiciones:

…¡Claro que quiero renacer!/Pero debo liberarme primero/De esta pesadilla doméstica./   Ni respeta los fines de semana./No, mejor no pases en breve./No voy a montar en aviones sin rumbo./ Te digo algo me comprometo.

Otras veces en la oscuridad del dormitorio, en su cama hay ilusiones desparramadas, vidas ajenas y sueños que se esconden entre lo placentero y la pesadilla sigilosa, y envuelven al poeta en las dudas del enamorado, en el miedo: 

 Allí te encuentro con otro hombre/el mismo siempre, /el de todos los sueños.

 Igual que para Neruda, el paso del tiempo y la muerte son una preocupación como en el poemario Residencia en la tierra, y concretamente En tango del viudo:

 Y qué amenazadores me parecen los nombres de los meses/ y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene. En Aquiles también existe esa reflexión constante sobre la fugacidad de la vida, ese misterio sorprendente y eterno, ese descontento de la naturaleza, de que se va a morir sin posibilidad de modificar o rescatar el pasado. Ese descontento del hombre como ser social.

Imposible volver a ser/ como las hojas de aquella palmera, /cuya sombra la vislumbra impertérrita, /que toman su vigor del mismo tronco. /Nunca jamás. Tres éramos mañana.

El paisaje también está presente como un medio de proyectarse a sí mismo, así en "Un día en la playa" el autor renace la fantasía ante el mar, los rituales de los bronceadores y los cuerpos. El cromatismo.      

Se descubre el jardín/ de mil una incipientes flores/ y lunas encharcadas, /origen de este aroma/ a guerra entre pandillas y cangrejos/ a los amoríos entre las barcas…/

El poeta rompe los límites de la realidad y remonta el vuelo a esos espacios inmensos de la imaginación.

Y en el tramo último del libro, vuelve a reflejar nuestro autor la preocupación por el poder aniquilador del tiempo, la relatividad de las cosas zanjadas siempre por el tiempo, la muerte como entidad todopoderosa. Ese misterioso compañero que nos ampara en el comienzo y en el final de nuestras vidas. Así Ante la inminencia del la tragedia… que es el primer verso de un soneto. Se aprecia la proximidad del desenlace, la herida crónica de sabernos seres perecederos. El descenso a los infiernos.  

A Aquiles Javier Garcia Brito de pequeño le gustaba la actividad artística, y en su etapa escolar se inventaba obras de teatro para los amigos de su barrio, y lo más curioso es que se ayudaba de guiñoles o figuras de cartón que él mismo elaboraba. Más tarde, ya en la adolescencia, participó en varios concursos de narrativa y obtuvo algún premio de poesía, incluso a nivel nacional, donde recibió una mención especial. Formó un grupo de rock que realizó actuaciones y apariciones televisivas, alcanzando un cierto reconocimiento local.

Actualmente escribe poesía y relatos, y participó con un cuento titulado "El Color de los Alisios", aparecido en la colección "Voluntad y Palabra", publicado por Editorial Idea.

Hoy se dedica a la composición musical de temas propios y a poner música a poemas de otros autores, así como bandas sonoras para cortos de cineastas locales. Aquiles es un poeta que evoluciona y que me ha hecho recordar al otro Aquiles, al héroe griego por su ímpetu y su coraje en este mundo tan difícil como es el mundo del arte.

Entendió que hay que mirar el mundo de una forma especial y poner los ojos en las cosas que nos rodean, entendió los lazos de complicidad que hay entre el lector y el poeta. Ha entendido el lenguaje a través del cual se expresa esa mirada.  

La Voz mirada es un libro escrito con las emociones. Un poemario que te invita a callar para escuchar la voz, la voz mirada del poeta.    

Así que mis felicitaciones por este nuevo libro que publica la Editorial Idea en la Colección Aguerre, que contiene unas bellas ilustraciones de su hija Arime y que presentaré el viernes 19 a las 7 de la tarde en la Plaza de Todoque.

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