Como es bien sabido, en Canarias tenemos más de 300.000 parados, 10.000 de los cuales están en La Palma.
Algunos, entre los que por suerte me encuentro, tenemos trabajo, un sueldo digno y, por razón biológica, no demasiado tiempo por delante. Otros muchos, en su mayoría jóvenes, con casi todo el futuro por delante, no gozan de tal situación.
Por educación, responsabilidad profesional y solidaridad intergeneracional, algunos nos sentimos comprometidos para coadyuvar e intentar salir, con actitudes y propuestas concretas, de la situación en la que estamos, que no es casual y que en varias ocasiones advertimos.
Con frecuencia ello nos obliga a sacrificar puntos de vista estrictamente personales y moderar convicciones personales o planteamientos profesionales elitistas y extremados. Negociar es ceder en parte, para no perderlo todo. Parece lógico que, si todos vivimos en el mismo territorio y ninguno tenemos visiones e intereses (personales o colectivos) totalmente coincidentes, todos tengamos que ceder para encontrar puntos de encuentro. Nadie es dueño de la verdad absoluta y menos cuando hablamos de algo tan complejo como el territorio, sobre el que pesan intereses variopintos y escalas de valor y precio muy diferentes.
Algunos, que llevamos más de 40 años de profesión dedicada al estudio del territorio, en especial a los parámetros ambientales más significativos; contribuido a delimitar Parques Nacionales; participado en la delimitación de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos; participado a escala nacional y dirigir para Canarias el proyecto de delimitación de los Lugares de Importancia Comunitaria (actualmente Zonas de Especial Conservación); trabajado en casi un centenar de proyectos entre Planes de Ordenación de Recursos Naturales insulares, Planes Insulares de Ordenación, Planes Generales, Planes Especiales y Planes Parciales; etc. Y, sobre todo, acumulamos la experiencia de sentarnos en media docena de Patronatos de Espacios Naturales, de la Comisión de Ordenación del Territorio de Canarias, o de la Comisión de Parques Nacionales… hablamos de estas cosas con cierto fundamento y, desde luego, acertamos a veces y nos equivocamos muchas.
Otros creen saberlo todo y no equivocarse nunca. Tal vez porque no saben tanto como creen. O porque son incapaces de ver más verdad que la propia. O porque realmente son tontos y no saben nada. También con esos hay que negociar e intentar alcanzar acuerdos. Evidente, no resulta fácil. Menos aún cuando enredan, mienten, manipulan, insultan o faltan al respeto que toda persona educada merece.
la platanera ha vertido litros de furadan al suelo y hay miles de casos de cancer en esta isla y por otro lado los campos de golf necesitan mucha fumigación para mantener a raya el cesped y sus plagas con las mismas consecuencias. Existe una enfermedad en las piernas y piel de los golfistas por eso.
Ificrates nos va a llevar un tiempo hacer esa encuesta porque estamos full. Que le parece si vamos a otro sitio a preguntar si vendrian de haber alguno, uno aunque fuera. A mi tambien me parecen muchos 5.
Clea
precisamente una de las criticas principales al PIOLP es que se basa en la irrealidad y que lo que plantea es irrealizable:cinco campos de golf y doce puertos deportivos con trece municipios con costa.
Se suelen realizar cuestionarios a los turistas que acaban sus vacaciones,ninguno pide un campo de golf
Sr. "Apurando", a mi me ocurre algo parecido. Jamás he tenido entre las manos un "palo" de golf. Ni siquiera he pisado el césped de un campo. Lo poco que conozco de sus características y demandas ecológicas, lo sé por la bibliografía (no mucha) consultada.
En cambio, si conozco el cultivo del plátano (bastante bien, creo; desde que se rotura el terreno, se transporta el suelo, se planta el plantón… hasta que se madura –en mi época lo era en pipotes con unas piedras de carburo en el fondo), más a cielo abierto, que bajo invernadero. Para el territorio que los soporta, tan agresivos, desde una perspectiva ecológica, son las sorribas para cultivar plataneras, como los desmontes para construir un campo de golf. Paisajísticamente, sin embargo, causan menor impacto los campos de golf que los bancales de platanera, incluso a cielo abierto. Cuando se construyen invernaderos, el impacto paisajístico aumenta considerablemente, como es bien conocido. Aún admitiendo que la subjetividad a la hora interpretar el paisaje es grande, particularmente la estética, no tanto su grado de naturalidad. Un paisaje antropizado (un parque o un jardín) puede gustar más que un matorral de brezos, retamas o de higuerillas. Sin embargo, el grado de naturalidad evidentemente no tiene nada que ver.
En este asunto también es determinante la cultura o psicología social a la hora de valorar un impacto o el grado de naturalidad de un territorio. De ahí, que aplicados a escala global, sean bien diferentes los conceptos de Biosfera, Noosfera (modificada –y hasta apropiada- por la especie humana colectivamente) y Psicosfera (la que idealizamos en nuestra mente, cada uno de nosotros como individuos).
Por ejemplo, cualquier palmero medio, asume mucho mejor la roturación de un terreno para plantar plataneras, que para construir un campo de golf. Lógico, no somos ajenos a las raíces culturales que hemos vivido.
En fin, son las doce de la noche… y les estoy dando la paliza.
Queascote
Muchos queremos dialogar, pero nos hacen falta gente que quiera dialogo y debate.
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apurando
Don PedroLuis: Un hurra por usted y, por supuesto, mi respeto afectuoso.
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PedroLuis
Como es bien sabido, en Canarias tenemos más de 300.000 parados, 10.000 de los cuales están en La Palma.
Algunos, entre los que por suerte me encuentro, tenemos trabajo, un sueldo digno y, por razón biológica, no demasiado tiempo por delante. Otros muchos, en su mayoría jóvenes, con casi todo el futuro por delante, no gozan de tal situación.
Por educación, responsabilidad profesional y solidaridad intergeneracional, algunos nos sentimos comprometidos para coadyuvar e intentar salir, con actitudes y propuestas concretas, de la situación en la que estamos, que no es casual y que en varias ocasiones advertimos.
Con frecuencia ello nos obliga a sacrificar puntos de vista estrictamente personales y moderar convicciones personales o planteamientos profesionales elitistas y extremados. Negociar es ceder en parte, para no perderlo todo. Parece lógico que, si todos vivimos en el mismo territorio y ninguno tenemos visiones e intereses (personales o colectivos) totalmente coincidentes, todos tengamos que ceder para encontrar puntos de encuentro. Nadie es dueño de la verdad absoluta y menos cuando hablamos de algo tan complejo como el territorio, sobre el que pesan intereses variopintos y escalas de valor y precio muy diferentes.
Algunos, que llevamos más de 40 años de profesión dedicada al estudio del territorio, en especial a los parámetros ambientales más significativos; contribuido a delimitar Parques Nacionales; participado en la delimitación de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos; participado a escala nacional y dirigir para Canarias el proyecto de delimitación de los Lugares de Importancia Comunitaria (actualmente Zonas de Especial Conservación); trabajado en casi un centenar de proyectos entre Planes de Ordenación de Recursos Naturales insulares, Planes Insulares de Ordenación, Planes Generales, Planes Especiales y Planes Parciales; etc. Y, sobre todo, acumulamos la experiencia de sentarnos en media docena de Patronatos de Espacios Naturales, de la Comisión de Ordenación del Territorio de Canarias, o de la Comisión de Parques Nacionales… hablamos de estas cosas con cierto fundamento y, desde luego, acertamos a veces y nos equivocamos muchas.
Otros creen saberlo todo y no equivocarse nunca. Tal vez porque no saben tanto como creen. O porque son incapaces de ver más verdad que la propia. O porque realmente son tontos y no saben nada. También con esos hay que negociar e intentar alcanzar acuerdos. Evidente, no resulta fácil. Menos aún cuando enredan, mienten, manipulan, insultan o faltan al respeto que toda persona educada merece.
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clea
ah me vengo enterando que lo único que se fumiga es el césped.
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escarabajo
la platanera ha vertido litros de furadan al suelo y hay miles de casos de cancer en esta isla y por otro lado los campos de golf necesitan mucha fumigación para mantener a raya el cesped y sus plagas con las mismas consecuencias. Existe una enfermedad en las piernas y piel de los golfistas por eso.
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clea
turismo de masas…..pffffffffffffffff
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GALVA
Vale, perfilo:
Esos Planes Territoriales estan , practicamente, ANULADOS….
Lo cierto es que los que antaño bogaban por los desastres de estos "PLANES" , ahora vuelven a ponerse la piel de cordero….
Lo "bueno" del momento economico es que EN LA PALMA, NO HAY RENTABILIDAD PARA EL TURISMO DE MASAS…..
Es para celebrar….
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Queascote
Ificrates nos va a llevar un tiempo hacer esa encuesta porque estamos full. Que le parece si vamos a otro sitio a preguntar si vendrian de haber alguno, uno aunque fuera. A mi tambien me parecen muchos 5.
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ificrates
Clea
precisamente una de las criticas principales al PIOLP es que se basa en la irrealidad y que lo que plantea es irrealizable:cinco campos de golf y doce puertos deportivos con trece municipios con costa.
Se suelen realizar cuestionarios a los turistas que acaban sus vacaciones,ninguno pide un campo de golf
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PedroLuis
Sr. "Apurando", a mi me ocurre algo parecido. Jamás he tenido entre las manos un "palo" de golf. Ni siquiera he pisado el césped de un campo. Lo poco que conozco de sus características y demandas ecológicas, lo sé por la bibliografía (no mucha) consultada.
En cambio, si conozco el cultivo del plátano (bastante bien, creo; desde que se rotura el terreno, se transporta el suelo, se planta el plantón… hasta que se madura –en mi época lo era en pipotes con unas piedras de carburo en el fondo), más a cielo abierto, que bajo invernadero. Para el territorio que los soporta, tan agresivos, desde una perspectiva ecológica, son las sorribas para cultivar plataneras, como los desmontes para construir un campo de golf. Paisajísticamente, sin embargo, causan menor impacto los campos de golf que los bancales de platanera, incluso a cielo abierto. Cuando se construyen invernaderos, el impacto paisajístico aumenta considerablemente, como es bien conocido. Aún admitiendo que la subjetividad a la hora interpretar el paisaje es grande, particularmente la estética, no tanto su grado de naturalidad. Un paisaje antropizado (un parque o un jardín) puede gustar más que un matorral de brezos, retamas o de higuerillas. Sin embargo, el grado de naturalidad evidentemente no tiene nada que ver.
En este asunto también es determinante la cultura o psicología social a la hora de valorar un impacto o el grado de naturalidad de un territorio. De ahí, que aplicados a escala global, sean bien diferentes los conceptos de Biosfera, Noosfera (modificada –y hasta apropiada- por la especie humana colectivamente) y Psicosfera (la que idealizamos en nuestra mente, cada uno de nosotros como individuos).
Por ejemplo, cualquier palmero medio, asume mucho mejor la roturación de un terreno para plantar plataneras, que para construir un campo de golf. Lógico, no somos ajenos a las raíces culturales que hemos vivido.
En fin, son las doce de la noche… y les estoy dando la paliza.
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