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Jekyll Vs Hyde

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, es posiblemente una de las novelas más conocidas de la literatura universal.
Bien por su lectura o por el visionado de sus varias adaptaciones cinematográficas todos conocemos su argumento, que simplificándolo mucho, se reduce a la eterna lucha entre el bien y el mal, ambas, caras de la misma moneda.
Pero al mismo tiempo, la novela, trata sobre esa dualidad dentro de cada persona. En algunas circunstancias, por ejemplo, amparados en el anonimato, sacamos “la bestia que llevamos dentro” pensemos en la situación política actual y su estado de corrupción, llena de personajes que creyeron que sus tropelías (quedarían en el anonimato) y nunca serían descubiertas, si hubieran sabido que no sería así seguramente no lo habrían hecho ¡aunque conociendo el paño, sabrá Dios!
Ejemplos habría muchos y enumerarlos engorroso e innecesario.
Pero quería irme un poco más cerca, a lo cotidiano, a El Apurón ¿Cuántos Dr. Jekyll y cuántos Mr. Hyde escriben a diario sus comentarios? En algo tan banal como la nota sobre los hippies (los domingos en Tazacorte) cultura alternativa o como quiera cada uno llamarlos, se están vertiendo comentarios tan xenófobos, con tanto odio, con tanto desprecio y como dijo alguien tan filo nazis, que se me hace muy difícil comprender que lo hayan escrito padres y madres de familia, profesionales del derecho o la medicina, educadores, etc., personas todas adultas y respetadas en el pueblo que posiblemente sentirán vergüenza (yo la sentiría profundamente) de expresarse así delante de sus hijos y familia ¿Harían lo mismo si cada cual supiera quien es cada quien? El anonimato no tiene que ser una excusa para sacar lo peor que llevamos dentro.
Es sumamente difícil, por no decir imposible, intentar inculcar a nuestros hijos y a la comunidad valores sociales de respeto y tolerancia hacia otras costumbres, hacia otras culturas, a lo diferente en general para lograr una convivencia pacífica basada en el respeto mutuo y luego decir las barbaridades (desde mi forma de entender la convivencia) que aquí se dijeron.
Se que estas palabras caerán en el vacío y que quizás produzcan el efecto contrario al que deseo pero nunca me cansaré de repetir que “somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos” y lo que aquí escribimos nos identifica como la persona que somos, y esa es la imagen que proyectamos a los demás de nosotros y así nos ven y así nos califican.

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