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Opinión
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"La hora de desenmascarar al Cabildo, el Pevolca y la ciencia institucional"

Francisco Rodríguez Pulido.

Vuelven los carnavales. O más bien, ya empezó el carnaval. Ya hay fecha para la elección de la Reina en Los Llanos de Aridane. En Santa Cruz de La Palma vuelven los Indianos. Ya no quedan billetes. Da la impresión de que todo vuelve a la normalidad. Pero la realidad no es la normalidad. La pandemia secuestró el carnaval, pero ya nadie lo recuerda. El volcán secuestró para siempre 12 km2 del Valle de Aridane. Y los que dicen que todo se hizo bien, los gestores políticos y científicos, mantienen secuestradas muchas vidas.

Vuelven los carnavales, con menos máscaras que antaño. Pero hay algunos que siguen viviendo con máscaras permanentes. Son las máscaras que te pintan una sonrisa de oreja a oreja. Son tan eficaces que ya no sabes cuál es su rostro verdadero. Las saben usar muy bien en los actos públicos, en el momento de recibir y dar medallas. En el momento de venir a La Palma, con bolsillos larguísimos de tanto dinero que cargan. Es la calderilla, porque el dinero de papel no sabe si ha venido. Luego, cuando largan discursos, se ponen otras máscaras. De pronto, parecen serios, “hay que dar soluciones a la crisis habitacional”.

Luego están las máscaras de los científicos y técnicos. Algunas los hacen invisibles. Son las máscaras perfectas. Parecen que no están. Intentas adivinar qué máscara usarán en esas reuniones absurdas del Pevolca, cuyos informes son un copia y pega, cada dos semanas. O en el Peinpal, si existe, porque nunca hay actas. No las necesitan, porque solo hay una voz, la del presidente, que tiene abducidos a los consejeros socialistas, a los que menosprecia, seguramente. También tiene la confianza de dos técnicos que saben usar el disfraz perfecto, con superpoderes.

Si lees el último informe del Pevolca del 27 de enero, ves los nombres del “sanedrín”: Carmen, Pablo, Nieves, Tomás, Eugenia, David, Francisco y Candelaria, con Monserrat de directora, ante la ausencia continua de Julio. Y de invitados, dos técnicos del Cabildo de La Palma, árbitros de la exclusión y la letalidad. Una jefa de servicio de Sanidad Ambiental que tal vez solo le preocupe la calidad del aire de su vivienda. ¿Qué hacen representantes de oceanografía y pesca? Solo hemos oído una vez que dijeron que la vida en la fajana se recupera para todos, menos para los humanos. Desde hace un año mantienen los mismos criterios.

Aunque la aparente unanimidad en la recomendación de mantener la exclusión en Puerto Naos y La Bombilla en los informes la rompe el voto particular de un científico invitado (que no es el representante oficial de la ULL). Desde junio pasado defiende que se debe poner en marcha un protocolo para intentar demostrar que en la mayoría de viviendas de Puerto Naos (primeras plantas hacia arriba, aunque excluye Playa Chica y La Bombilla) se puede vivir con los mismos niveles de CO2 que en cualquier lugar de la isla, sin riesgos para la salud. Es el Dr. Aldo González Brito, cuya cualificación científica, como fisiólogo y médico, debería ser respetada, pero cuestionada por el Peinpal, que no le convoca, y el Pevolca, donde se queda solo, sin máscaras, defendiendo una vuelta a la costa sin riesgos para la salud. Su propuesta argumentada en el voto particular debería ser considerada.

No esperemos que lleguen los Indianos. No esperemos porque, pasado el carnaval, seguirán igual, con las mismas máscaras. No esperemos más. Es hora de desenmascararlos. Cuantos más manos seamos, más fácil caerán las máscaras. Tenemos los valores, la confianza, la determinación y las evidencias para quitarles las máscaras. Evidencias de cientos de mediciones de concentración de gases aportadas por los propios vecinos, de que en Puerto Naos y La Bombilla se puede vivir. Yo llevo escribiendo varios artículos sobre la gestión de los gases en Puerto Naos y La Bombilla, ofreciendo mi valoración crítica de la gestión y la información, sesgada y tendenciosa de las concentraciones de CO2. Sin temor alguno, les ha acusado de sus maneras de banalizar la toxicidad del gas, de tener una ciencia a su servicio e interesada, de crear un clima de ansiedad y criminalización muy grave. Vigilantes, acompañantes y seguridad se ponen a veces las máscaras del payaso ‘It’.

Al presidente del Cabildo le sentó muy mal la admisión a trámite del recurso al Decreto de exclusión. Jugó a la mascarita tonta, echando bolas fuera, “que asuma la responsabilidad quien tiene que asumirla”. Arrogancia, prepotencia y desprecio son sus armas para disimular su debilidad. Emergencias vive en un limbo de una emergencia perfecta, Obras Públicas saca pecho por el éxito del mortero romano y de los kilómetros de vías. La alcaldesa de Los Llanos miente sobre el agua. Además, se auto victimiza como si fuera una heroína. El dueto de alcaldes de Tazacorte juega a los inocentes, callan y otorgan. Todos son víctimas de la neurología del poder. Como dice Peter Garrar, un neurólogo, autor de ‘La epidemia de Hibris en el liderazgo’, “el poder cambia de quienes mandan y obedecen; el poder sin límite causa daños ilimitados; para empezar, en el cerebro del poderoso y en el de quienes le obedecen sin reparos hasta ignorar juntos la realidad y provocar el caos”. El poder político en La Palma está muy lejos de entender esta otra frase de Peter Garrar, “creo en la libertad sin más límite que el respeto a la de los demás”.

La máscara de la clase política caerá. Tienen miedo a la vía judicial, pero esta marcará su sentencia. Luego llegarán las elecciones y saldrán los mismos de siempre. Sacarán pecho, evidentemente. Espero que la sensatez del pueblo palmero sepa leer la realidad, y asumir que el poder tiene límites. La isla de La Palma, como dice José País necesita otros capitanes.

¿Y la máscara de la ciencia institucional? Seguramente, la justicia también les llegará. Pero su máscara es diferente, pegada a la piel, por desgracia. Les he dado motivos suficientes para discrepar de su gestión, lejos del rigor del método científico, y se enfadan. Razones mil para que entiendan que estamos ante un problema de salud pública, y se empeñan en afirmarnos una y otra vez que el gas es de origen volcánico. Pues si fueran sinceros del todo, podrían afirmar que, si estamos ante un origen volcánico-hidrotermal, podría durar más de cien años, como las emanaciones difusas de la isla de Vulcano, en Italia.

Involcan sigue con sus mediciones y sus formas ambiguas y elitistas de comunicar la información. Ahora en interiores, en La Bombilla. La novedad, siete nuevas estaciones en interiores de viviendas “seleccionadas”, sin ventilación, sin agua y, tal vez, ¿herméticamente cerradas? A partir de datos cada 15 minutos a 10 cm del suelo (inviable, para valorar la habitabilidad). Los presenta en gráficas de “caja bigotes”, que nadie entenderá, evidentemente. Son diagramas de frecuencias divididos en cuartiles, y les puedo afirmar que son inútiles para informar de lo que es necesario, la habitabilidad de las viviendas. Ni siquiera con la información de los rangos, máximo y mínimo. Todo forma parte de la estrategia del miedo: “son gases incompatibles con la vida”.

De repente, se presenta el recurso y el IGN pone más sensores y publica datos. Ahora dicen que hay sesenta sensores. Y sus datos, en exterior siguen a 30 cm y a 50 cm del suelo, según publican. La información, ininteligible para la gran mayoría de la población, son unos gráficos de medias diarias temporales sobre fondo negro. Hay dos balizas, en el Spar y el mirador, cuyos valores no son nada preocupantes. Luego, la baliza de marítimo (seguramente playa chica), ofrece unos máximos y mínimos extraños, aunque la interpretación, nada fácil, es que no son datos alarmantes.

El cuadro de mandos que nos ofrece el Cabildo, por mucho que lo quiera argumentar, ni es en tiempo real, ni es fiable. Para contrastar los datos, descargo la tabla, que tiene datos hasta el 20 de enero. Observo que los valores medios de tres balizas parecen anormalmente altos. El resto, dentro de valores aptos para la vida. Nadie explica esto ni lo explicará nunca, mientras sigan siendo vulcanólogos lo que estén tomando datos. Es lo único que hacen, según sus propias palabras.

El IGME entra en escena y compite con el Involcan para ver quien pincha el globo. Una hipótesis, según dicen. Ahora plantean una obra de ingeniería de dudosos resultados, como si el gas pudiera aislarse con una barrera. Si para esto son los tres millones que una vez mencionó Sánchez, y luego se olvidó, no creo que esta cantidad permita hacer maravillas geo-mineras. Realmente lo que se evidencia es que nunca volveremos a Puerto Naos y La Bombilla.

Todos estos técnicos, vulcanólogos, llevan la información al Pevolca que, reunidos quincenalmente, emite unos informes que nos aportan información siempre con la misma retórica, con una novedad: “por un principio de precaución, prudencia y prevención, Salud Pública aconseja mantener la zona desalojada, permitiendo el acceso según los protocolos oficiales (…). Y, evidentemente, nunca mencionan el protocolo propuesto por el Dr. Aldo González. Esa novedad, Salud Pública no existe realmente.

Involcan sigue sacando pecho por sus publicaciones. Ahora, dicen que han presentado 19 comunicaciones a la Asamblea Científica de la IAVCEI, que se celebra esta primera semana de febrero en Rotorua, Nueva Zelanda. Es la cita más importante para los vulcanólogos. Más publicaciones para justificar las subvenciones. El registro para los profesionales cuesta unos 1000$. No sé si asistirán algunos de los miembros de Involcan, ya que se puede seguir virtualmente. Prácticamente todas las comunicaciones de Involcan tratan de la erupción de La Palma, y una de ellas, sobre los gases en Puerto Naos y La Bombilla. No aporta nada nuevo que no presentaran en el Congreso de Viena en mayo de 2022. ¿Habrá alguien de la Asamblea que les hagan preguntas comprometidas?

La Asamblea científica en Rotorua es una oportunidad para que nos digan cómo se convive con fumarolas, géiseres y gases. Una ciudad de más de 56.000 habitantes que viven sobre una caldera hidrotermal. Hay que destacar que al Sur de Rotorua existe una zona de exclusión, de 1,5 km, alrededor del géiser Pohutu. Una zona de exclusión que no prohíbe la presencia humana, pues de hecho es un lugar turístico. Realmente la exclusión es por la prohibición de hacer uso de los fluidos termales o de la energía geotérmica. Nueva Zelanda no ha tenido nunca un evento volcánico tan dañino con el patrimonio como el de La Palma.

Para desenmascarar hay que actuar, sin miedo. Necesitamos demostrar que se puede vivir. Es en esto en lo que hay invertir recursos humanos y económicos. No se cuestiona la existencia de emanaciones difusas de dióxido de carbono, pero es un problema identificable y gestionable. Lo he comprobado en la isla de Vulcano, donde hay un seguimiento vulcanológico y otro, de calidad del aire. Este último lo lleva la Agencia de Protección del Ambiente, ARPA. Incluso, una empresa privada hizo, por encargo municipal, mediciones en el interior de las viviendas, de las cuales solo una fue sellada. En Vulcano podía oler el olor a azufre desde que bajé en el Puerto, cuando paseaba por la Playa de Levante o por el lago de fangos. Ves incluso grandes burbujas en el mar, de emanaciones gaseosas, a temperaturas altas.

Volver a Puerto Naos y La Bombilla también está en la decisión de cada vecino. Pero sumando esfuerzos, podrán entrar en sus casas, porque no hay ninguna base jurídica para prohibírselo. Hay vecinos que están haciendo un esfuerzo enorme desde la Plataforma Jaraco por volver. Luego hay otros, callados, que sufren también la neurología del poder, porque son obedientes. Obedientes con la estrategia del miedo. Esas máscaras del poder ya no deberían engañar a nadie. Podemos desenmascararlas. No queremos más mentiras.

 

*Francisco Rodríguez Pulido, Licenciado en Química Orgánica y Pedagogía, profesor jubilado.

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