El turismo extranjero subió en noviembre pero menos de lo esperado por el sector

Entiendo a "Granindiano", y es natural que visto con ojos de hoy día, nos sorprenda ver como en Lanzarote han ido creciendo las urbanizaciones turísticas como hongos.

Lo primero es que a los turistas que van a Lanzarote les llama mucho la atención el paisaje desértico, cosa que nosotros normalmente no nos hace ninguna gracia. Lo identifican con arena, sol, playas y exotismo, cosa que la industria turística de la Isla desde un principio ha sabido explotar. El mismo hecho de montar en camello constituye una experiencia para un noruego.

Recuerdo muy bien como empezó la cosa allá por finales de los sesenta, cuando comenzaron a construirse algunos grandes hoteles, que ubicados en playas estratégicas significaron el fermento del turismo dado lo novedoso del paisaje y ya por aquellos tiempos la obra de Cesar Manrique, que no se construyó nada para el turismo si la huella de Cesar en quien el presidente del Cabildo, el hariense Pepín Ramírez confió ciegamente.

Los hoteles, Los Fariones en Puerto del Carmen, San Antonio en Los Positos, Arrecife Gran Hotel en Arrecife y Las Salinas en Costa de Teguise, fueron los que tiraron del turismo que al ver la repercusión que Lanzarote iba teniendo en los visitantes, todos ellos testigos de las "maravillas" de Cesar con sus esculturas gigantescas y su Mirador del Rio, sus Montañas del Fuego y sus Jameos del Agua y sus salinas y sus camellos y su extraña agricultura d la Geria, digamos que Cesar Manrique supo definir los detalles que había que resaltar para que Lanzarote se convirtiera en un lugar poco común del que la gente hablara.

Aquella publicidad boca a boca fue dando un resultado tal que no se le pasó desapercibido a los grandes gigantes del turismo europeo, y el resultado es el que hay.

La idea que Cesar tenía no es la que al final ha resultado ni mucho menos, pues es siempre quiso limitar el número de camas para no perder la identidad, cosa que la demanda ha tirado por la borda y hoy no se libran de las crisis cuando las hay.

Lo de Fuerteventura fue un poco más tarde, y el señuelo que constituyó la "diferencial competitiva fueron las playas, algunas de ellas con decenas de kilómetros de arena, dunas y espacio.

Desde mi humilde punto de vista, que desde luego no pretendo dar lecciones a nadie, de hecho ni siquiera vivo en La Palma de modo permanente, intentaré analizar los comentarios por mor de si ello nos ayuda a todos.

"ISLABONITA",expone un su punto de vista tocando extremos que teóricamente son razonables, el problema es que la experiencia nos enseña que a posteriori no es tan fácil cambiar las cosas. Ya lo comento anteriormente, el asunto no es en absoluto fácil, pues se necesitan recursos, y los recursos tienen dueño, y nadie se aventura a dotar a La Palma de lo que otros modelos de los grandes destinos canarios tienen, y la Palma no. Porque ese modelo en La Palma, parece contar con un alto nivel de incertidumbre, y cuando pasa eso, los dueños de los recursos no juegan a ver que pasa.

Cierto es que el turismo en La Gomera o El Hierro funcionan mejor, pero se debe a que ellos han ido mejorando lo que con lógica podían ir vendiendo, sin pretender inventar nada nuevo, sólo ofreciendo lo que tenían.

El ejemplo de Fred Olsen en Playa Santiago, es una salvedad que se da en La Gomera, porque Fred Olsen puede y quiere, sabiendo de su relación de muchos años con el medio, y siendo lo suficientemente potente para diseñar un producto a medida de su mercado y mantenerlo.

Por la razón que sea, La Palma no ha tenido a ningún Fred Olsen interesado. Fred Olsen, ha creado un producto, respetando el medio y siendo casi un emblema para La Gomera y desde luego con el propósito de permanencia.

"Nautax" explica perfectamente el bulo que muchos palmeros se creyeron que los unos son muy torpes y los otros muy capaces, como si los unos vinieran de La Palma y los otros de otra galaxia.

A "GALVA" sólo le basta aplicarle sentido común, y constatar que difícilmente funciona algo pretendiendo contra natura explotar un modelo que año tras año va demostrando no funcionar.
Quizás debamos dar unos cuantos pasos atrás y empezar siguiendo el ejemplo de La Gomera y el Hierro de arar con la yunta que tenemos y no con el tractor que nadie nos va a proporcionar.

Un producto de las características que La Palma puede vender, más que de grandes inversiones, requiere trabajo y profesionalidad, y sobre todo mucha paciencia.
Y sobre todo, escuchar a los posibles clientes, para saber que quieren, seguro que no piden imposibles.