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El castaño silvestre avanza sin control en los montes del este de La Palma

El castaño o castañero, una especie foránea introducida en La Palma hace siglos por su madera y fruto, parece ocupar cada vez más espacio en las laderas orientales de la cumbre de La Palma, desplazando al monteverde y la laurisilva y creando una mancha gris cada invierno debido a sus hojas caducas.

El biólogo especialista en botánica Arnoldo Santos, que forma parte del consejo científico de la Fundación Reserva de la Biosfera de La Palma, asegura llevar años advirtiendo de la expansión de este árbol sin que se haya desarrollado ningún estudio de campo que pueda determinar en qué medida y a qué ritmo avanza el castaño en el monte.

El castaño o castañero (Castanea sativa) es una especie introducida invasora en Canarias, de notable desarrollo, que puede llegar a alcanzar los 25 metros de altura y puede vivir hasta 1000 años, según CanariWiki, el sitio web colaborativo de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

Santos considera que la propagación del castaño tanto por semillas como por raíces constituye un riesgo para el monteverde propio de zonas como Las Breñas, y asegura que si no se actúa cuanto antes, “el problema será cada vez mayor porque la extensión crece año a año, no hay más que mirar en esta época al monte”.

Aunque este biólogo asegura que el espacio ocupado por los castañeros es cada vez mayor, ha reiterado que no hay ningún estudio de campo realizado sobre la materia, por lo que solicita la creación de “una beca de unos meses para por lo menos empezar a recoger datos sobre cómo y cuánto se propaga año a año”.

La consejera de Medio Ambiente del Cabildo de La Palma, Susa Armas, ha afirmado que tanto desde su consejería como desde Agricultura se están realizando estudios para conocer la afección al monteverde y la viabilidad de una actuación para controlar el avance “desmedido” de los castaños en el monte.

Armas apunta a que el descontrol de los castañeros en la cara este de La Palma “tiene mucho que ver con el abandono de los usos tradicionales del monte” ya que la recogida de los frutos caídos disminuye su propagación de manera directa.

En la cara oeste de la isla la situación es la opuesta. Las plantaciones de castañeros desde Garafía hasta Fuencaliente se han abandonado, han ido desapareciendo con el paso de los años, y son pocos los agricultores forestales que mantienen fincas de castaños con fines comerciales.

Daniel Mentrel es uno de esos agricultores que defiende la rentabilidad y los usos del castaño, que “con unos días de trabajo por año, cada árbol puede darte alrededor de 500 euros al año sólo con las castañas, porque también puede aprovecharse para madera o recoger los hongos que crecen cuando se caen las hojas”.

Sin embargo, para asegurar la viabilidad del árbol, Mentrel asegura que “es necesario hacer un injerto cuando es jóven, por lo que la mayoría de los castañeros silvestres no dan buenas castañas”.

Mentrel, que lleva 12 años cultivando castaños, aboga por la recuperación de los cultivos tradicionales de secano puesto que “requiere de menos agua y menos trabajo”, llegando a gestionar por su cuenta “cinco hectáreas de monte en un mes de trabajo”.

Este agricultor no considera que el castaño silvestre se expanda en perjuicio del monteverde y la laurisilva, aunque sí reconoce que “la fronteras entre los bosques se ha ido difuminando, y al ser el único árbol de hoja caduca, se nota mucho”.

Daniel Mentrel sugiere que este descontrol en la cara este de la cumbre de La Palma se debe a que, “en su momento, esos terrenos eran comunales, y una forma de hacerlos tuyos era cultivarlos y darles un uso a lo largo del tiempo”, aunque reitera que “si no se aprovecha bien el árbol, es cuando empiezan los problemas”.

Además, Mentrel coincide con el biólogo Arnoldo Santos en que “no se han hecho estudios que digan si avanza o retrocede el castañar”, por lo que no se conoce su potencial invasor, “pero lo que sí puedo asegurar es que cuando pasa un fuego, que tarde o temprano acaba llegando, los castaños mueren y los pinos sobreviven”.

Para que sea viable el cuidado del castaño en particular y de los montes de La Palma en general, este agricultor de secano solicita “implicación de las administraciones para dar mayor seguridad antes los robos”, ya que buena parte de su trabajo en época de cosecha consiste en llamar a las fuerzas de seguridad para echar a “oportunistas” de su finca.

Además también considera que es necesario controlar la trazabilidad de los productos agroforestales, facilitar el acceso al agua en las medianías y en las zonas límites con los bosques, así como la mejora de pistas forestales, puesto que estos factores imposibilitan la recuperación de fincas en altura.

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