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A la Virgen del Pilar

María, la verdadera y auténtica ancla de salvación

Octubre es un mes otoñal. Los árboles han ido perdiendo las hojas en un despojo que significa el final de una época cumplida y la preparación de un nuevo resurgir.

Al llegar este mes de una manera u otra emprendemos el camino hacia las Fiestas Patronales en nuestros pueblos de la Isla de La Palma. Es una misión en la que participamos con amor escribiendo sobre los pueblos con sus festejos y advocaciones de sus santos patrones y patronas.

Al llegar a este día 12 de octubre, en el que vamos a celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de El Pilar, Patrona de la Hispanidad, también de la Benemérita Guardia Civil y también del Cuerpo de los funcionarios de Correos. Aquí en la Isla de La Palma se celebra después de la Santa Misa, un refrigerio en los respectivos acuartelamientos de Santa Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane, El Paso, San Andrés y Sauces y Tijarafe. Siendo un día señalado y festivo en la vida social y política dentro del calendario litúrgico y mariano para España y de alcance con los pueblos de Latinoamérica.

Unámonos al pueblo creyente, con esperanza y amor, rogamos: Señora. Tú la mujer fuerte, la que inspiras confianza, la que crees… ayúdales a decir “Sí” al trabajo, a la honradez, a la felicidad. Que sea un “Sí” valiente, decidido, y perseverante a sus responsabilidades y compromisos en sus cometidos. Que allí donde la sociedad precise su presencia aparezcan como servidores de vanguardia, demostrando interés en sus funciones. De ahí que la alegría verdadera los impulse hacia el bien, dar y llevar felicidad. Los hace más amable, los estimula en el trabajo y vuelve fáciles sus compromisos, por más difíciles que sean.

Con frecuencia nos olvidamos que María pasó por todas las penalidades de este mundo. En la soledad de María y sus lágrimas, veremos muchas veces nuestras soledades, nuestras lágrimas. Ella es un canto a la sencillez y a la humildad, a la disponibilidad y al amor sin fronteras. María es intercesora nuestra, ante Dios Padre. Por eso la seguimos invocando: “Madre de todos los hombres y mujeres, enséñanos a decir que “Sí”.

Y mientras todos estos actos los estamos celebrando en nuestro suelo palmero, hoy en un pedazo del mismo, nos reunimos unos pocos hombres y mujeres sabedores de que Dios y la Virgen de El Pilar, no nos abandonará. Y al contemplarla llena de amor y a la vez humilde y sencilla, nos alegramos y nos animamos a ser alegres.

El pueblo cristiano debe poner su esperanza en María, que es en el mundo que nos ha tocado vivir la verdadera y auténtica ancla de salvación.

¡Felicidades!

ESCRIBE: Miguel Pérez.

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