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Opinión
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La seguridad en eventos culturales necesita sosiego y alguna reflexión

Jose Tomás Rodríguez de Paz.

Una opinión-reflexión sobre la organización de actos, espectáculos públicos, eventos culturales, entre otros, con planes de seguridad, y a propósito de algunos criterios que se están imponiendo y monopolizando como “una verdad“, y que me tomo la libertad de expresar de forma abierta e igualmente de forma responsable y profesional.

Veamos unas grandes pautas de la importancia de la seguridad en los actos, que deben actuar coordinando:

– La comunicación
– El protocolo
– La seguridad

Con el protocolo los elementos visuales durante el acto deben estar adaptándose a las necesidades unos de otros, sin que ninguno de ellos deje de trabajar de forma conjunta y coordinada, y en caso de pedir que se modifique algo, habrán de adaptarse los otros dos en la medida de lo posible.

No es la seguridad la que debe marcar la pauta del evento, como si fuese lo único importante. Aun siendo lo más importante, los objetivos son, además, compartidos con los otros y ésta debe también ponerse al servicio de los otros dos.

Estamos en tiempos distintos aunque no es razón tan grande para que no pueda hablarse de ella, a razón de aportar soluciones y no traer más problemas.

Y es también ahora con las medidas sanitarias cuando implementando la legislación con la responsabilidad necesaria que haga compatible el funcionamiento de los actos públicos y eventos de forma viable en la salud, lo social y lo económico, incluso en lo medioambiental, donde deba verse una gobernanza, con decisiones de rigor actuando en consecuencia de forma integral, y no sólo por miedo, sí con respeto (y hasta con cierto miedo pero no por pánico). Es ahí donde debe actuarse saliendo al paso, sin prisas ni carreras, pues éstas pueden provocar incluso mayores daños.

Es función precisamente de eso, de la probabilidad y de las consecuencias de los daños, con las medidas que se adoptan para minimizar uno u otro factor, o ambos, para disminuir los riesgos hasta el grado de compatibilidad (o al máximo grado posible).

La seguridad de los asistentes también implica un autocontrol por los propios implantadores del plan de seguridad. Deben crear confianza.

Para conseguir la máxima efectividad del acto, se deben aproximar posturas conociendo el trabajo de cada cual sin que haya disminución de la seguridad, aunque tampoco más de la necesaria.

¿Y cuál es la necesaria? Hay diferentes evaluadores y por tanto, posibles y diferentes medidas, partiendo de cumplir la ley; sin embargo, la que sí que no debe ser es aquella que “impone” el miedo pues va en contra del propio concepto de seguridad.

No debe ser menos, debe ser la necesaria. Pero tampoco debe ser excesiva, porque ocurre lo mismo que en seguridad vial cuando hay exceso de señalización, que se termina no sabiendo a qué hacer caso, al menos, porque no te da tiempo de decidir ante tanto exceso de información.

Asimismo no debe crearse una sensación de “asfixia policial“, pues hay que cuidar el elemento estético ya que si no podría implicar una mala comunicación del acto.

La seguridad no debe encorsetar, debe estar organizada pero “debe ser discreta y poco visible“, a nuestro entender al menos, en determinados actos. Es muy distinta a una actuación en emergencia, que entonces sí se notaría. Nos referimos a la preventiva, a la organizada para actos públicos particularmente culturales.

Siendo responsables, no hay más. Se debe actuar de forma coherente y rigurosa, profesional; no solo “saber hacer”, también “saber ser” y, por su puesto, “saber funcionar”.

Y, como siempre, someto la opinión a cualquier otra mejor fundada.

José Tomás Rodríguez de Paz

Ingeniero Civil

Técnico Redactor de Planes de Autoprotección nº 000611

www.evento7.es

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