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Las especies vuelven a colonizar los terrenos afectados por las coladas del volcán

Medio Ambiente ha presentado los primeros resultados del estudio de la biodiversidad afectada por la erupción

El Cabildo de La Palma, a través de la Consejería de Medio Ambiente que dirige María Rodríguez, ha hecho públicos los primeros resultados del estudio realizado sobre el terreno de la afección de la erupción volcánica en la biodiversidad de la zona en particular, y del Valle de Aridane en general.

María Rodríguez destacó que “después de la devastación que generó el volcán y que sigue generando mucha incertidumbre, la naturaleza nos vuelve a demostrar una vez más su capacidad y resiliencia” y las especies vuelven a colonizar los terrenos afectados por las coladas del volcán.

Así, casi 17 meses después, los resultados de todos los estudios que se han realizado para vigilar la evolución de la biodiversidad en las zonas más cercanas a la erupción, “nos siguen descubriendo la enorme capacidad de recuperación que tiene nuestra biodiversidad”, añadió.

“Gracias a este estudio pionero, se obtendrán resultados que permitan la gestión correcta del hábitat de nuestra Isla. En él han participado científicos de varios campos de investigación de todo el mundo y ha supuesto un gran desafío en la investigación debido a las importantes medidas de seguridad materiales y de equipamiento que se tuvieron que adoptar para desarrollar el estudio durante la emergencia volcánica”, especificó la consejera.

Esos resultados también quedan patente en el estudio realizado tras la colaboración del Cabildo de La Palma, el Centro Superior de Investigaciones Científicas y Gesplan, y que la Institución insular dotó económicamente con 300.000 euros.

Así, el biólogo del Cabildo de La Palma, Félix Medina; el representante del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Manuel Nogales, y la bióloga de Gesplan María Gerrero, relataron todos los aspectos más relevantes de su investigación desarrollada durante todo el proceso eruptivo y meses posteriores.

En ese sentido, Manuel Nogales puso de relieve que este tipo de estudio no se había hecho nunca antes en ningún lugar del mundo, debido a la peligrosidad que conlleva trabajar con un volcán activo, siendo necesaria aplicar una importante actividad logística para movilizar a investigadores llegados de todo el mundo.

Sobre el terreno, se realizaron censos en campo, apuntó Nogales, siendo importante el apoyo interdisciplinar gracias a una convivencia durante tres meses con volcanólogos, expertos en calidad del aire o geólogos, entre otros científicos, desarrollando una puesta en común diariamente.

Por su parte, María Guerrero explicó como semanalmente se realizaba el seguimiento en 32 parcelas de 30 metros cuadrados en los 200 metros más próximos a las coladas de lava y en zonas próximas alrededor del cráter, donde se identificó y cuantificó las plantas y los animales. Además, se tomaron notas sobre la historia natural, para detectar posibles cambios en el comportamiento de los animales durante la erupción.

Guerrero destacó que la destrucción del hábitat, debido al avance de las coladas de lava, unido a la intensa caída de ceniza y emisión de gases nocivos, provocó un colapso ecológico que tuvo como consecuencia la regresión de las abundancias de todos los grupos de la fauna y flora monitoreados en las zonas de influencia del volcán, dando como resultados, como ejemplo, que en el grupo de los invertebrados, la biomasa se redujo más del 70%.

A partir de la finalización de la erupción, comenzó una segunda fase del monitoreo mediante un seguimiento de la biodiversidad tras la erupción. En esta fase, se pretende conocer cómo es la resiliencia de la biodiversidad nativa tras el proceso eruptivo, su recuperación y evolución, así como la velocidad de colonización de las nuevas coladas.

Para estudiarlo, se realizan monitoreos mensuales en algunas de las parcelas en las que se realizó el seguimiento inicial durante la erupción. Además, se han seleccionado nuevas parcelas, para sustituir a las desaparecidas. Éstas se establecen en diferentes puntos en los 200 metros más próximos a las coladas. Adicionalmente, se incluyen nuevas localidades a lo largo de un transecto lineal de siete kilómetros hacia el sur de la Isla, ya que fue en esta zona donde el pinar se vio más afectado por la actividad volcánica.

Félix Medina explicó que el trabajo seguirá desarrollándose durante el año 2023, especialmente sobre especies amenazadas por la erupción, como son la Dama Palmera (Parolinia aridanae) y Saltamontes de El Remo (Acrostira euphorbiae).

Así, relató también los resultados novedosos de este estudio, que contempla los hábitats afectados de cardonal-tabaibal, matorral termófilo y pinar, siendo el más perjudicado éste último.

El estudio también contempla que únicamente sobrevivieron a la erupción en las zonas más cercanas las plantas leñosas y las herbáceas desaparecieron. Respecto al pino canario, a pesar de producirse una vez más el rebrote de muchos ejemplares, se estima que en torno al 80% de los mismos están muriendo.

El volcán también produjo una caída drástica de la biomasa de insectos, y en lo referente a las aves, pinzones desaparecieron, pero también fueron los primeros que regresaron al día siguiente del fin de la erupción, mientras que los cernícalos han cambiado hábitos de caza y los córvidos nunca se alejaron de las zonas próximas al cráter y las coladas.

En lo que respecta a los lagartos, estos son el grupo más afectado, ya que tienden a resguardarse y terminan sepultados bajo la capa de ceniza que se va acumulando o el avance de las coladas.

Tras la erupción, se han identificado dos especies diferentes de murciélagos a lo largo de los tres hábitats afectados: murciélago de madera (Pipistrellus maderensis) y murciélago rabudo (Tadarida teniotis).

Para el año 2023, la previsión es que continúen los trabajos de campo con los censos en las 32 parcelas que se llevan siguiendo desde que comenzó la erupción, así como establecer nuevas parcelas en las coladas históricas de los volcanes Teneguía, San Juan y San Antonio, donde se identificará la biodiversidad presente, para tratar de inferir tiempos de colonización de las especies en las coladas del volcán.

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