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Covid-19, laberinto de intereses

José Vicente González Bethencourt.

Mientras muchos más de tres millones de ciudadanos oficialmente infectados le echan un pulso al coronavirus para que éste no acabe con sus vidas, otros millones que no se han contagiado, o que así se lo creen, luchan a brazo partido para encontrar un nuevo camino en este laberinto que es todo el planeta, incluso hay quien pretende alcanzar el éxito, y otros, con la consigna de que a río revuelto, ganancia de pescadores, hasta enriquecerse, y no lo digo solo por las mascarillas, tests, geles, guantes, respiradores, tratamientos y futuras vacunas.

¿Y quién ha tenido la enorme capacidad de diseñar y extender esta mortal pandemia por el mundo entero? Nadie lo sabe, y los que creen que sí, tampoco, porque lo que conocemos es lo que publicitan los medios informativos; unos creen que en un laboratorio a alguien se le fue la mano; otros, que unos chinos comiendo animales salvajes; o que varios iluminatis poderosos reunidos en un blindado y pomposo despacho norteamericano decidieron montar un caos para que luego se les requiera a que lo solucionen para enriquecerse; otros, que los rusos en otro laboratorio, para no ser menos; o que por azar del destino tenía que coincidir con la caída de un peso pesado en la hermética Corea del Norte.

Pero es que, además, no todos los científicos coinciden en el modo de atacar el virus, que si ocasionando una neumonía bilateral, que si mediante trombosis masivas, o con fallos de los órganos más vitales, y hasta la amenaza a la población infantil trae de cabeza últimamente a los pediatras, sin que a nadie le falte razón. Y por si todo esto fuera poco, ha surgido una legión de lumbreras que saben de todo, opinadores no profesionales que son epidemiólogos, médicos, investigadores, inmunólogos, biólogos, etc…, que lo único que han conseguido es confundir aún más a la ciudadanía.

Pero en todo este caos otro gran peligro son las falsas noticias y bulos, pseudociencias y pseudoterapias que persiguen sembrar miedo o aprovecharse de esta situación ofertando remedios milagrosos, como el clorito de sodio para matar al virus, o las noticias un día sí y otro también sobre una vacuna, cuando la mismísima Organización Mundial de la Salud advierte que de eso, hoy por hoy, no hay nada, o que la pandemia ha sido provocada por un “salto cuántico” en la electrificación de la tierra como defiende un supuesto doctor. Ni tiene fundamento científico que bebiendo mucha agua o haciendo gárgaras con sal o vinagre se destruya al virus, en la creencia de que éste permanece cuatro días en la garganta antes de llegar a los pulmones, igual que no es cierto que los complementos alimenticios comercializados a toda prisa curen el COVID-19, ni que el premio nobel de Medicina japonés, Tasuku Honjo, haya dicho que el virus fue creado artificialmente por el hombre.

Y por si éramos pocos, una autoridad en virología y premio nobel, Luc Montagnier, que descubrió el virus del sida, atribuye el Covid-19 a un accidente industrial en un laboratorio chino, pero sin aportar pruebas de ello, mientras otros científicos, en desacuerdo con él, defienden en la prestigiosa revista The Lancet el origen natural del virus en la vida silvestre, capaz de infectar a animales salvajes y no una creación humana con fines espúreos.

Respecto a las imágenes del primer día de salida de los niños, ha habido manipulación de algunas para aparentar que no se guardaba la necesaria distancia entre personas, pero también incumplimientos de determinados padres, caminando en pareja con sus hijos cuando solo podían hacerlo o el padre o la madre y hasta tres niños, o haciendo corrillos los adultos al reencontrarse en los paseos, casos puntuales que no pueden desautorizar la disciplina de la mayoría de los padres.

Y mientras WhatsApp limita a nivel mundial el reenvío de los mensajes enviados, se difunde en las redes que fue una maniobra gubernamental para coartar la libertad de expresión, al tiempo que la oposición no para de contar el número de fallecidos, pero no el de curados, y sin que nadie reconozca que las dificultades en la desescalada en Madrid y Cataluña son responsabilidad exclusiva de sus gobiernos autónomos.

En cualquier caso, cuidémonos más tiempo en casa, porque el virus, que no sabemos bien por qué y quién nos lo ha enviado, pretende quedarse.

 

José Vicente González Bethencourt, Doctor en Medicina y Cirugía.

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