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La viña que sepultó el volcán de San Juan / y 2

Nuestra historia no tiene un final feliz. Unas tres hectáreas, cincuenta y nueve áreas y cinco centiáreas “de lo cual fue arrasada por la lava más de tres hectáreas” sembradas de viñedos, en Las Manchas, paraje conocido por Alcalá, correspondiente al municipio de El Paso, quedó sepultada por las lavas del volcán de San Juan en el año 1949.

La administración central indemnizó a muchos afectados, no sólo a Carballo; recibieron compensación por ser arrasadas por la lava sus producciones agrarias, viviendas y bodegas. Los expedientes administrativos se encuentran en el Archivo Municipal de Los Llanos de Aridane y suponemos que también en el archivo de El Paso y, posiblemente, en otros municipios.

Una vez tramitado estos expedientes la propiedad del suelo calcinado por el volcán debía haber sido registradas, en el Registro de la Propiedad, a nombre y titularidad del Estado cosa que no se hizo. El Estado hizo dejación de sus derechos y consecuente pérdida de derechos. Si hubiera sido al contrario posiblemente la historia del posterior aprovechamiento platanero por particulares y cambio de titularidad, gran parte por expedientes de dominio, de las corrientes lávicas, especialmente las colindantes con el mar, hubiera sido otro.

La explotación agrícola contaba con casa-bodega y aljibe. Su propietario fue el empresario y agricultor Manuel Carballo Wangüemert (1887-1967), natural de Los Llanos de Aridane, que era “cultivador directo y personal del indicado terreno, aunque en los casos que la urgencia de las labores lo requería pagaba obreros que le ayudasen en sus faenas”.

Carballo Wangüemert se lamentaba de las pérdidas en los escritos que presenta al Ayuntamiento de El Paso, el 2 de noviembre de 1949, al no figurar en la “relación de agricultores damnificados por la erupción volcánica”. Entendía que “Cultivaba además los terrenos de su Sra. en El Paso donde dicen Las Cuevas destinados a pastos, y otros en Los Llanos de Aridane destinados a centeno y labor, que no le producen la tercera parte de lo que venía produciendo la sepultada con sus cosechas de vino”.

En esos momentos Carballo Wangüemert sospechaba que debía existir alguna traba política o administrativa para que no se le reconociera su calidad de agricultor afectado por el volcán. Cierto era que además de terrenos agrícolas poseía otros bienes inmuebles no agrícolas. Más tarde, como veremos, todo fue un error.

La correspondencia particular entre La Palma y Madrid comenzó su ir y venir. La maquinaria de valerse de los “cónsules” palmeros en las altas esferas se puso en marcha.

El 28 de octubre de 1949 se le remite una carta al arquitecto Pelayo López y Martín Romero (1887-1969), por ese entonces en Madrid, donde se le ruega “interponer tu valiosa influencia a favor de una causa que creo justa, siempre que tú así lo consideres también”. Continúa relatando que “Un estimadísimo amigo de mi infancia, Manuel Carballo Wangüemert, natural de Los Llanos y vecino de El Paso, fue gravemente damnificado en sus intereses por los efectos de la reciente erupción volcánica de esta isla cuya corriente de lava le arrasó una finca magnífica de viñedos con una excelente bodega. Aunque posee otras pequeñas propiedades el rendimiento económico de estas es casi nulo comparado con el de la finca arrasada. Parece que ha sido eliminado de la lista de damnificados con derecho a indemnización económica y supone que ha debido existir algún error en la apreciación de su situación económica actual cuando se le priva tan radicalmente de la generosa adopción del Caudillo”.

Recordemos que con fecha 24 de octubre de 1949, el Boletín Oficial del Estado publicaba un decreto del general Francisco Franco en que se disponía, dada los resultados de daños del volcán de San Juan, y concedían los beneficios del Decreto de 23 de septiembre de 1939 (Regiones Devastadas) a los municipios de Los Llanos de Aridane, Tazacorte, El Paso, Fuencaliente y Villa de Mazo, lo que se llamó popularmente como la “adopción por parte del Caudillo”.

Pelayo López y Martín-Romero estaba casado con María del Rosario Pérez González, hermana del por entonces ministro de la Gobernación, el palmero Blas Pérez González (1898-1978). De las gestiones que pudo hacer Pelayo López no nos consta.

Por el contrario, la correspondencia entre Clemente Gonzalvo Belled, primer juez, en 1913, del Juzgado de 1ª Instancia de Los Llanos de Aridane y casado con una pariente de Manuel Carballo Wangüemert, y el ministro de la Gobernación, el palmero Blas Pérez González, trata del mismo asunto sobre la indemnización por causas de los daños del volcán.

Fechada en Madrid el 8 de mayo de 1950 el Ministro de la Gobernación acusa recibo de una carta de Gonzalvo Bellet, en ese entonces Fiscal de la Audiencia Territorial de Barcelona, en la que le solicitaba se interesara por la causa de Carballo Wangüemert y fuera “indemnizado de los daños causados por el volcán en una finca de su propiedad, sita en el pago de Las Manchas” y que le comunica que de inmediato se dirigía al “Director General de Colonización con todo interés y, en su día, tendré mucho gusto en comunicarte el resultado”.

Efectivamente el 12 de mayo de 1950, Blas Pérez González, volvía a escribir a Clemente Gonzalvo dado razones del asunto y adjuntándole copia de la carta de Fernando de Montero, Director General de Colonización. En esta última carta el Director General le decía al ministro: “Aunque en las relaciones de damnificados aparece un Manuel Carballo Wangüemert que es vecino de El Paso, no de Los Llanos, entiendo que por el Vd. se interesa es otra persona por lo que con esta fecha se lo comunico al jefe de la Delegación de Santa Cruz de Tenerife para que lo tenga en cuenta”. Comenzaba a tener luz la reclamación de Carballo Wangüemert. Parecía que el error partía del domicilio, entre Los Llanos de Aridane y El Paso. El 29 de mayo vuelve Blas Pérez González a remitir una carta al Fiscal de la Audiencia Territorial de Barcelona, donde la adjunta otra, de 23 de mayo, de Fernando de Montero, en la que decía “le participo que su paisano D. Manuel Carballo figura, según una detallada información que recibo del Ingeniero Jefe de la Delegación del Instituto en Santa Cruz de Tenerife, con el nº 30 en la relación de damnificados correspondiéndole una indemnización que en principio se cifra en 48.832 pesetas”. Continúa aclarándole al ministro que el reclamante aparecía “en la lista, donde es realidad estaba, si bien figuraba como vecino del término de El Paso, siéndolo de Los Llanos”.

Lo cierto es que Manuel Carballo tenía su domicilio en El Paso en el pago de Triana, en “el Mal País” y cerca de la Cruz de Triana, muy próximo al casco urbano de Aridane justo en la línea divisoria, por ese entonces, entre los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane y por debajo de la carretera general. Hoy ese mismo lugar pertenece al término municipal de Aridane.

El Instituto Nacional de Colonización, en su Delegación de Santa Cruz de Tenerife, el 25 de abril de 1950 le remite a Manuel Carballo Wangüemert, vecino de El Paso, un oficio en el que comunica: “Tengo el gusto de manifestarle que queda autorizado para buscar una parcela de terreno que sustituya a la perdida como consecuencia de la erupción volcánica, debiendo tener ésta una superficie del 75% de la total extensión del terreno perdido y de calidad similar, pudiendo Vd. convenir en principio y por su cuenta la compra correspondiente y debiendo comunicar a esta Delegación en el plazo de un mes a partir de la fecha el resultado de las gestiones por Vd. Realizadas, rellenando el devolviendo a esta Jefatura el impreso adjunto”.

Manuel Carballo debió acogerse a la indemnización en metálico y no a la adquisición de una nueva parcela, dado que un año después, el 26 de abril de 1951, firmaba un recibo que decía que recibió de la Delegación de Instituto Nacional de Colonización la cantidad de 73.807,73 pesetas “en concepto de indemnización por los daños sufridos como consecuencia de la erupción del Volcán de San Juan en la isla de La Palma”.

La administración central indemnizó a muchos afectados, no sólo a Carballo; recibieron compensación por ser arrasadas por la lava sus producciones agrarias, viviendas y bodegas. Los expedientes administrativos se encuentran el Archivo Municipal de Los Llanos de Aridane y suponemos que también en el archivo de El Paso y posiblemente en otros municipios.

Este ejemplo sirva para otros muchos agricultores y familias que vieron propiedades agrícolas prósperas que fueron pasto de la furia volcánica y con la consecuente ruina económica, no falta de sufrimiento personal, por la pérdida de explotaciones agrarias, viviendas, aljibes, pajeros etc.

Así concluye esta historia de una explotación agrícola, a nuestro entender ejemplar, de más de tres hectáreas con una producción vinícola estimable económicamente y sepultada irremediablemente por el volcán de San Juan.

 

Nota: La documentación utilizada en este trabajo pertenece al archivo particular de María Victoria Hernández.

 * Cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009).

 

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