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Ensayando el sistema de riego por satélite en platanera

Imagen variabilidad de la vegetación en finca de Los Silos.

La cada vez más acuciante escasez de agua obliga a todos, especialmente a los agricultores y responsables técnicos y políticos, a cambiar la manera en la que tradicionalmente se ha venido utilizando ese recurso en nuestros cultivos.

Nada hace indicar que la tendencia a la reducción de las lluvias se vaya a detener. Así lo atestiguan los modelos científicos que pronostican una reducción de las precipitaciones en las próximas décadas. Esa situación agudizará además las disputas sociales por el uso de un bien básico cada vez más escaso. Prueba de ello, y probablemente un adelanto a lo que está por venir, es el actual conflicto existente en La Palma sobre cuál es el modelo más adecuado para la obtención y distribución de unas aguas que no hace mucho eran abundantes en la Isla Bonita, no así en otras islas acostumbradas a la escasez. Hace un tiempo escuché una isa satírica cantada por un grancanario que rezaba: “Cuando yo me fui a La Palma/al ver aquello tan verde/ ¡qué pena me entró en el alma/ por dejar la cabra en “Terde”! Si el canarión visitara hoy la isla, protegido por la reglamentaria mascarilla, más le vale no llevar la cabra.

Lo cierto es que en las islas orientales han tenido que recurrir hace años a la desalación y depuración. El alto coste energético que estas soluciones tienen, especialmente las plantas desaladoras, la convierten en última opción cuando el resto de alternativas se han agotado.

Lo que es innegable es que los agricultores debemos hacer un uso racional del agua de riego, que venga acompañado de un mantenimiento preciso de las redes y canales, para reducir las enormes pérdidas que tenemos en nuestras islas por conducciones en mal estado.

Para conseguir un uso del agua que evite malgasto, la tecnología de riegos ha sido de gran ayuda. Mucho se ha avanzado desde los tiempos en los que todas las fincas se regaban a manta por atarjeas, a los actuales sistemas por goteo implantados de forma generalizada en casi todas las islas (en La Palma se mantiene mayoritariamente el riego por aspersión por diferentes causas que trataremos en otro artículo).

También las recomendaciones de riego desde los servicios de Extensión Agraria han contribuido a orientar a los agricultores, al punto de que su aplicación hace unos años en Tenerife supuso una reducción de entre el 15 y el 20% de las cantidades aplicadas a platanera, sin merma de sus rendimientos.

Pero existen otras herramientas que nos ayudan a la toma de decisiones. Una de ellas es el uso de sondas de humedad del suelo para determinar con precisión cuánta agua necesitamos y cuándo aplicarla. Ya hablamos de ellas en detalle en el número 37 de la revista, en el año 2017.

Otra opción cada vez más utilizada dentro de la agricultura de precisión es el uso de satélites para determinar el estado de nuestro cultivo.

Desde hace unos meses hemos tenido la oportunidad de ensayar su utilidad en el cultivo de platanera.  Concretamente el desarrollado por la compañía de origen israelí Manna Irrigation, aunque hay otras empresas que desconozco si han hecho pruebas en Canarias.

Lo primero que debemos hacer es delimitar en el mapa nuestra finca o las parcelas que queremos separar. Asimismo debemos de indicar el cultivo (plátano), el tipo de riego y los caudales de los goteros o aspersores, los días que solemos regar y el tipo de suelo de la parcela de la que queremos tener información. Es bastante sencillo de configurar, ya que son mapas parecidos a los del SIGPAC.

El sistema de recomendaciones de riego por telemetría se basa en una serie de fotografías aéreas que toman dos satélites. Por nuestra experiencia, las fotos tienen una frecuencia de una o dos por semana, más que suficiente para tener información actualizada de nuestra finca. El sistema divide la huerta en microzonas o pixels.

A partir de las fotos, el fabricante ha desarrollado un algoritmo en el que para sus recomendaciones tiene en cuenta una combinación de sensores remotos a partir de las fotos, información meteorológica de la zona en cuestión y los coeficientes de cultivo en cada zona. A partir de esos datos, aplica el método de evapotranspiración (ET) a cada pixel de la finca para determinar la cantidad exacta de uso de agua en el cultivo.

A partir de ahí, el sistema da recomendaciones diarias de riego pero también, y esto es interesante, nos ofrece imágenes de nuestra finca en la que se clasifican por colores tres tipos de mapa:

  • Niveles de vegetación: lo que nos indica la cantidad de vegetación que cubre nuestro terreno.
  • Variabilidad de la vegetación: nos sirve para comparar cómo está nuestro cultivo con respecto a otros años, hasta 3 años atrás.
  • Variabilidad de la humedad: Es un indicador del estado de hidratación del cultivo en base a la medición de la temperatura del cultivo en comparación con la temperatura ambiente, cobertura del cultivo y otras variables contempladas en el modelo de Manna.

Con todas las salvedades que podamos tener respecto al sistema fruto de que apenas llevamos unos meses ensayándolo, las primeras impresiones son positivas. Respecto a la fiabilidad de las recomendaciones, si las comparamos con las ofrecidas por el servicio de Extensión Agraria son similares, si bien debemos ajustar previamente algún parámetro. La posibilidad de ver el grado de desarrollo del cultivo y compararlo con cómo estaba en las mismas fechas de hasta hace 3 años, nos da una idea objetiva del atraso o adelanto de cada huerta y de su evolución. En este sentido, no dependemos de nuestra memoria o impresión subjetiva, lo que en demasiadas ocasiones nos engaña. (En este sentido, es curioso observar que raro es el año que el deshijador no nos dice aquello de que “la hijería está más adelantada” sin que los datos de cortes corroboren a posteriori esta idea).

Una ventaja sobre las sondas de humedad es que con este sistema tenemos información de toda la superficie de la finca, y no de los puntos concretos en los que se coloca la sonda.  Y algo fundamental: el sistema por satélite no requiere aparatos ni sondas. Se accede a través de una página WEB y, por tanto, no hay gastos de mantenimiento ni errores de lecturas. Su precio es además bastante ajustado.

Como contrapartida, el hecho de que la superficie mínima de cada parcela para tener una lectura afinada sea de una hectárea reduce bastante su implantación en muchas fincas como las nuestras con superficies más pequeñas. Para cultivos extensivos enormes en los que su estado vegetativo es el mismo, una señal de color alerta de que tenemos algún problema de agua. En el caso de la platanera, tenemos que interpretar que en ocasiones hay huertas en diferentes estados, resiembras, diferentes variedades etc… Por eso es necesario conocer nuestra finca para interpretar correctamente la información. Obviamente no se puede utilizar para invernaderos.

En definitiva, la detección por satélite es una herramienta más para ayudar en la toma de decisiones del agricultor dentro de la tendencia de implantación de agricultura de precisión en la que nuestro plátano no puede quedarse al margen. Solo el uso a lo largo del tiempo nos permitirá conocer exactamente todas sus posibilidades.

Ginés de Haro, Ingeniero Agrónomo.

Artículo publicado en el número 50 de la revista Agropalca.

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