José Vicente González Bethencourt.
Si tenemos que elegir un avance espectacular en las pruebas diagnósticas disponibles para estudiar las enfermedades del intestino grueso, sin duda uno es la introducción de un tubo flexible con el sistema óptico de una cámara de vídeo con visión directa del interior del colon desde el ano al intestino delgado, la colonoscopia. Gracias a ella podemos visualizar por dentro toda la mucosa del colon, practicar las fotos que creamos conveniente, extirpar pólipos y tumoraciones, realizar biopsias, tratar y hacer un seguimiento de enfermedades como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, y lo que es muy importante, detectar el cáncer de colon y recto, uno de los tumores más frecuentes tanto en el hombre como en la mujer.
Una técnica muy cuidadosa no siempre fácil de realizar y de ver al cien por cien toda la mucosa intestinal, teniendo en cuenta que el colon mide unos 150 centímetros de longitud de media y tiene numerosos pliegues y curvas, con lo que pueden quedar zonas “ciegas” sin visualizar. Hay que tener en cuenta, además, que el colon está lleno de heces, por lo que en los días previos a la colonoscopia es preciso realizar una meticulosa limpieza, pues si quedan restos fecales puede dificultarse la detección de lesiones, de ahí que al paciente le suele resultar incómodo y molesto someterse a la bebida de unos cuantos litros de agua con unos polvos disueltos en ella para conseguir el tránsito y la expulsión de todas las heces.
Hace muchos años los preparados tenían mal sabor y podían provocar náuseas, vómitos y dolor abdominal, una cuestión que hoy se ha mejorado bastante, aunque es cierto que ese sabor a “medicinas” hace que para muchas personas resulte desagradable y no se tomen correctamente. También es muy importante consumir en los cuatro días previos a la prueba una dieta sin fibra y solo líquida el día anterior. Con una adecuada limpieza, la exploración durará menos tiempo, será menos molesta y se obtendrán mejores resultados.
Pero igual que los tiempos han cambiado, la técnica colonoscópica también, y no olvido que hace mucho tiempo, no recuerdo por qué, me sometí a una sin analgesia, a pelo, con lo que la insuflación de aire a presión dentro del colon para distender su pared me provocó cierto dolor abdominal, que aguanté bien porque suelo combatir el dolor con serenidad, pero claro, con esa sensación de hinchazón del abdomen no siempre se podía llegar a la unión del ciego con el intestino delgado, pero ahora, afortunadamente, se recurre a la oportuna sedación, fundamental, junto con la limpieza, para una colonoscopia de calidad.
Así que, tranquilo, aunque algo cansado porque no dormí del todo bien la noche anterior, un día acudí a una cita, siguiendo instrucciones del Servicio Canario de Salud, en el magnífico y acreditado Servicio de Endoscopia Digestiva del querido Hospital Universitario de la Candelaria, donde todos sus profesionales me merecen la máxima consideración, siendo recibido por un enfermero super amable, Pedro Dayekh, que me ayudó a situarme en una camilla, canalizando cuidadosamente una vía venosa periférica y aplicándome oxígeno por la nariz, notando en seguida que me dormía plácidamente. Y no me enteré de nada más.
Muy hábil tiene que ser la doctora y excelente endoscopista Silvia Morales para ni ver ni notar ni sentir absolutamente nada de nada. Cuando desperté, o me despertaron, sentí que había tenido un sueño muy profundo y placentero, reparador, con la sensación de haber dormido muchas horas seguidas, una auténtica gozada la técnica empleada de la sedación, que a mí más me resultó una perfecta anestesia general sin ninguna resaca, y si no fuera porque al llegar a mi casa abrí el sobre que me entregaron y leí el informe de la exploración, juraría que ningún tubo flexible hubiera recorrido sutilmente los vericuetos de mi intestino haciéndole fotos mientras todo mi cuerpo disfrutaba de un auténtico descanso, todo un saludable colocón.
*Exjefe de Sección de Cirugía General y Digestiva del Hospital de la Candelaria
Publicado en EL DÍA LA OPINIÓN DE TENERIFE el 1-11-2020
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Nos relata Don José Vicente con todo lujo de detalles una prueba diagnóstica de una gran utilidad que a mayor abundamiento quisiera añadir algo que causó una agradable sorpresa. Paso a relatar.
Como es sabido, parece que actualmente junto con la analítica rutinaria y anual que nuestro médico de familia nos prescribe, tratándose de personas de cierta edad, adjunta una prueba de heces para ver si hay restos de sangre. Pues como ese fue el caso, la buena doctora me entregó una interconsulta para que me avisaran del Hospital Insular de Las Palmas y realizar la mentada colonoscopia, y salir de dudas.
Como suele ser habitual, pasaron algunos meses y no me llamaban por lo que yo, que de hecho estaba preocupado dada la frecuencia con que aparecen tumores de colon en pacientes de mi quinta, se me ocurrió preguntar en la Clínica San Roque por si realizaban la tal prueba de habitualmente, y me dijeron que si quería podía realizarla en el espacio de una semana.
Me pareció una solución maravillosa que fuera en tan corto tiempo, y me decidí sobre la marcha.
La prueba trascurrió tal y como la describe Don José Vicente, y las suele realizar el Doctor Presa.
Todo la actuación completa no tardó más de cuarenta minutos y una vez realizada el doctor te entrega el sobre con el informe y varias fotos. En este caso no fue precisa biopsia dado que no había nada de que preocuparse.
Una vez en una cafetería de Vegueta, desayunando más contento que un niño el día de Reyes, dado el regalo que significa el zanjar la duda llena de negros presagios que por meses había rondado mi cabeza, volvía a pellizcarme para cerciorarme que no estaba soñando cuando por toda ese magnífica prueba, con todos los cuidados que el Doctor González Bethencourt tan detalladamente describe. había pagado 318 Euros, casi lo mismo que el cambio de aceite y cubiertas delanteras que la semana anterior le había realizado al coche.
Que agradable e increíble sorpresa me llevé.
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