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Opinión
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Maximo Pérez Tejera

Los pactos en cascada o la ciénaga de los patos

  • Todo se tergiversa, todo se confunde y se explica en los terminos que conviene

Afortunadamente se va apaciguando el ruido de los pactos que sufrimos en desayuno, almuerzo y cena.
Todo se tergiversa, todo se confunde y se explica en los términos que conviene. Nos dicen que la democracia se decide en las urnas y muchos pensamos "y un pimiento" por no utilizar un eufemismo más feo. La democracia desgraciadamente la deciden los cuatro cabecillas de cada partido, que para nada es lo que deciden los ciudadanos a los que nos queda un buen salto para que, Constitución y Ley electoral, reconozcan lo absurdo de nuestro presente.

En algunos pactos, especialmente en los canarios, es donde más se pone de manifiesto el absurdo de las elecciones, o lo absurdo de los votantes, que seguimos sosteniendo esta farsa. Los pactos se logran, se rompen, se traicionan. Los enemigos políticos del pasado son los aliados del presente y los que rompieron, yo suponía que valientemente y echaron a otros de algunas instituciones, de pronto ya los ven con buenos ojos para seguir en la política o en la poltrona.

Se habla de gobernabilidad, como si reconociéramos que ese concepto lleva aparejado el perder la dignidad, en la que los ciudadanos somos cero al cociente, como lo es la dignidad de los diputados y concejales, pues son muy conocidas las sorpresas en las votaciones como resultados de llamadas a última hora de los cabecillas que se reparten la tarta, que los convierte en marionetas con valor unitario esperando pacientemente su ascensión a los cielos o al puestito de turno.

En suma, vieja forma de hacer política con cantos de reformas y pantomimas de democracia interna, para terminar clamando por expedientes, reversiones y expulsiones que aun flotan en el ambiente, de los que escapan de la pirámide estructural.

Por otra parte y a nivel nacional, los descendientes de la mayor reunificación de la derecha conocida en España, muy superior a la CEDA de Gil Robles. A saber y, grosso modo, el actual PP integra como partido unitario la herencia de AP con los siete magníficos, exministros franquistas "demócratas de toda la vida" y recogiendo a la desintegración de CDS, al partido Demócrata Popular-Democracia Cristiana, al partido Demócrata Progresista y al Partido Liberal. Y ¿Cómo poder aceptar una posible reunificación de la izquierda, antes o después de las elecciones? Vociferan que eso es un pacto antinatural radicalista, que va a romper la constitucionalidad y airean el miedo al conocido Frente Popular del 35, y claro está, no el miedo al 18 de julio del 36.

Y si, es posible, tal y como se observa, un giro a la izquierda de la sociedad, que no es lo mismo que una radicalización, pero ese término les parece más adecuado para una confrontación electoral. En este país los cambios siempre han comenzado por las grandes ciudades y lo ocurrido en las locales es muy posible que se multiplique en las generales porque los gritos de ¡Cuidado con el lobo!, no sirven para nada frente a las manadas furiosas y hambrientas. Esperemos que esta vez las manadas sean más civilizadas y que las monterías para su exterminio sean cosa del pasado, como lo son los Riegos, los Pavías, los Sanjurjos los Serranos, los Molas y los Francos.

Parece que, en esta nueva situación, no existe una visión de la vida y de la sociedad como para pensar que "el miedo" se convierte en un recurso zafio y torpe que pone de manifiesto que lo que realmente existe es un miedo tremendo de los que se van quedando sin argumentos y temen a las elecciones, no por sus efectos, sino por una estrepitosa caída "en cascada" de sus cómodas y suculentas sillas.

Continuamos.

 

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