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Una artesana propone acortar la falda y la enagua del traje típico para hacerlo más cómodo

  • Para evitar la continua desvirtuación que se aprecia en las romerías

Indumentaria tradicional femenina más corta para adaptarse a los nuevos tiempos y evitar su continua desvirtuación.

La artesana costurera Marisol Brito Lorenzo propone una nueva versión de la indumentaria tradicional femenina de la isla de La Palma para adaptarla a los nuevos tiempos. Así, la falda y enagua reducen considerablemente su tamaño para hacer más cómodo y funcional el traje tradicional y evitar la continua desvirtuación que se aprecia en las romerías de la Isla.

Para esta artesana "no podemos seguir quejándonos del mal hacer de nuestras vecinas al enfundarse nuestro traje tradicional sin dar opciones más cómodas. Al reducir hasta en un 50% el tamaño de la enagua y la falda la mujer gana comodidad, el traje se hace más atractivo, nuestros ricos bordados quedan más a la vista y un elemento tan importante como el zapato artesano queda expuesto".

Para Marisol Brito, la vestimenta dieciochesca palmera no se modifica ya que "la forma de llevarlo y combinarlo, su patronaje, sus técnicas de confección y sus complementos permanecen intactos".

En la historia de la Isla, el traje tradicional femenino ya ha sufrido transformaciones, en los textos antiguos se ha encontrado que lo usual en la vestimenta era llevar muchas enaguas, hasta un total de ocho, con lo que se conseguía la silueta de cintura pequeña y amplias caderas tan buscadas en el siglo XVIII.

Hoy en día se consigue este efecto variando el patronaje, confeccionando una sola enagua con un casco en las caderas y el vuelo añadido a través del mandonguillo. En la primera década del siglo XX fotografías antiguas reflejan que el largo de las enaguas de lino y lana eran variables, lo más común en los trajes de diario eran por encima del tobillo, llegando incluso a la media pierna para evitar rozaduras y roturas en la ejecución de sus labores.

En la actualidad, esta artesana lamenta que muchas jóvenes no encuentran atractivo nuestro rico traje, al ser unas vestimentas pesadas que al usarse principalmente en las romerías, que coinciden con los meses más calurosos del año, acarrea que las faldas se readapten con un resultado poco acertado.

Con esta pequeña variación, dice, se consigue menos peso en la cintura, más vuelo y una prenda ágil, cómoda y fresca que no resta tradición ni estética, apreciándose más los detalles del traje.

Marisol Brito asegura que es consciente de el celo con el que los artesanos de La Palma han cuidado el traje tradicional, pero "para mantenerlo es necesario que las nuevas generaciones lo vean como una prenda de nuestro pasado que no ha quedado anclada en unos estereotipos de belleza que nada tiene que ver con los gustos actuales".

"La mujer de hoy no es víctima de su vestuario. Acortando las faldas nuestro traje se convierte en una prenda más atractiva para nuestras jóvenes y se puede acabar con la desvirtuación continua de la indumentaria tradicional femenina de la Isla de la Palma", indica.

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