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Opinión
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Con motivo de los actos del décimo aniversario de la Declaración Starlight de La Palma

La noche que la isla canaria de La Palma se quedó a oscuras

Apaga la luz y enciende el cielo

En septiembre de 1985, hace 31 años, el mítico cometa Halley ya era observado desde el complejo astrofísico del Roque de los Muchachos, en el término municipal de Garafía, en la isla canaria de La Palma. Desde el observatorio Isaac Newton, científicos británicos y españoles descubren que el diámetro del cometa era ocho veces superior al calculado. Los estudios de la composición química del núcleo apuntarían el origen del planeta. La noticia recorrió el mundo y los palmeros comenzamos a mirar al cielo en busca del legendario cuerpo celeste que cada 76 años se aproxima a la Tierra.

Todo empezó casi como una “apuesta”. Una noche cuando estábamos en el Roque de los Muchachos haciendo un reportaje de los primeros avistamientos del cometa Halley para la Agencia Efe, los científicos comentaban que la contaminación lumínica no les dejaba observar con nitidez el cometa. Y de allí partió la idea. Les comenté “¿Y si apagamos las luces de la Isla por el interés científico?, los palmeros somos capaces de hacerlo”

Al día siguiente nos pusimos en marcha y “enredamos” en el proyecto al Patronato de Turismo del Cabildo de La Palma. Los 14 municipios de la Isla durante tres horas, del 12 de abril de 1986, apagaron el alumbrado público y los vecinos hicieron lo mismo con el fluido doméstico y comercial. Por esos años, La Palma contaba con unos 40.000 habitantes.

Al día siguiente la prensa regional y nacional daba cuenta del resultado. El por entonces director del IAC, Francisco Sánchez, declaraba que había sido “una experiencia única en el mundo”. Los astrofísicos del Roque de los Muchachos agradecían a la población palmera la colaboración y se mostraban “eufóricos”. “Hemos obtenido unos resultados que eran impensables antes de esta experiencia”, resaltó el científico José Vilches. Las investigaciones de esa noche, en casi total oscuridad lumínica, se basaron fundamentalmente en “quáseres”, que en otras ocasiones son de muy difícil acceso, y también el estudio de la Galaxia M-101 y el propio Halley. La euforia de los científicos se refleja en las palabras de Roberto Terlevich quien indicó que “esta experiencia sería deseable que se pudiera efectuar en otras ocasiones”.

Durante las tres horas del apagón, entre las dos y las cinco de la madrugada, informaron las autoridades que no se había producido “ni un solo incidente digno de mención”. El por ese entonces delegado del Gobierno, Carlos Fernández, días antes manifestaba que se habían tomado todas las medidas oportunas y las fuerzas de seguridad estarían más atentas que nunca durante ese tiempo de observación astrofísica a “oscuras”, por “lo que los amigos de lo ajeno lo tendrán difícil”. Concluía el delegado diciendo “son tres horas durante las cuales habrá mucha gente en la calle, por lo que las posibilidades de que ocurra algo se reducen al mínimo”.

Un dato anecdótico de esas tres horas fue el cálculo en 32.406 pesetas que se ahorraron en el corte de luz los municipios palmeros, según informó Mauro Fernández, de UNELCO, por ese entonces director insular de la empresa.

El programa de esos días se comenzó con dos conferencias, una en Los Llanos de Aridane y la otra en Santa Cruz de La Palma, por los astrofísicos Francisco Sánchez y Mercedes Prieto. En programas de mano se indicaba a los palmeros los mejores lugares para observar al Halley y allí se fueron pertrechados de viandas, abrigo y prismáticos. El resultado popular no fue todo lo deseado y la prensa titulaba “Decepción en la calle y euforia científica por el “apagón”. La isla dormía bajo nubes que imposibilitaron ver claramente el cometa.

El Patronato de Turismo contó con la colaboración de la Delegación del Gobierno, la por entonces Radio Cadena Española, hoy integrada en Rne, CajaCanarias y los 14 municipios. Lo más difícil fue coordinar el plan de seguridad y poner a los ayuntamientos palmeros de acuerdo. El fin merecía la pena, que era “ver y observar mejor al cometa”. La repercusión mediática fue importante a nivel nacional e internacional, cubierto todo ello por la Agencia EFE, incluso se logró el cierre del Telediario de TVE que en ese año dirigía Luis Carandell. Filmar un “apagón” parecía difícil y se eligió recoger desde el Risco de la Concepción, en Breña Alta, el sincronizado, y por partes apagón total de Santa Cruz de La Palma.

Fue la noche del “todos a una”. Fue la noche que los cielos palmeros estuvieron abiertos, de par en par, al enigmático universo. Fue el día que los palmeros empezamos a conocer, en mayor profundidad, la responsabilidad que teníamos ante el interés científico de las observaciones del Roque de los Muchachos y colaborar en la nula contaminación lumínica. Dos años después, el 31 de octubre de 1988, el Gobierno central aprobó la llamada popularmente Ley del Cielo (Ley sobre Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios del IAC), que regulaba la normativa de las luminarias de la Isla. Durante años, el ejecutivo estableció ayudas para el paulatino cambio de las luminarias públicas de exteriores.

La isla y sus gentes respondieron. La meta prevista se logró y la isla “apagó la luz y encendió el cielo”.

Texto: María Victoria Hernández. Promotora de la iniciativa “Fiesta del Halley, Apaga la luz y enciende el cielo”. 1986

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