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150 años de un icono: La pila de la plaza Elías Santos Abreu

Fuente plaza Chica de Los Llanos de Aridane.

La llegada a mitad del siglo XIX de las primeras aguas canalizadas al casco urbano de Aridane es un hito que se debe escribir con letras de oro en la historia aridanense. Vino a significar que desde La Cumbrecita hasta la Costa, en distintas épocas, nuestras gentes pudieran contar con agua y que en el siglo XX abrieran “ramales” hacia los barrios del sur.

Hacía más de 400 años que las tierras altas del Valle dependían del acarreo de agua en bestias, tinajas o baldes a la cabeza desde la Vica de Argual. La actitud del casco urbano imposibilitaba el abastecimiento desde el primitivo canal (1555) de La Caldera. Ese acarreo de agua desde Argual lo describe el aridanense Benigno Carballo en su libro Las Afortunadas (Madrid-1862).

Las clases sociales más pudientes contaban con aljibe o con un tanque de madera para recoger las aguas de lluvia. La parte superior del valle de Aridane era yerma, de producciones agrarias de secano. En las tierras y las poblaciones del margen derecho del canal de La Caldera, en la cota de Argual, florecía un próspero vergel de cultivos de regadío, plantas y flores.

Desde finales del siglo XVIII surge el proyecto de canalizar aguas de abasto público desde los manantiales de Egeros y Capitán, en la zona de La Cumbrecita. Muchos fueron los impedimentos radicales por parte de los Heredamientos de Haciendas. En 1822 la Diputación Provincial, por fin y después de décadas, autoriza la canalización y aprovechamiento semi-público de esas aguas. Ello venía a significar un logro social y económico importante, se abrían nuevas expectativas agrarias de regadío. A principios de los años 60, del siglo XIX, las obras comenzaron a ejecutarse por parte de las municipalidades en su empeño de ofrecer un servicio público básico y consiguen un fracaso rotundo y lamentable.

En 1866 se funda la Empresa Hidráulica Aridane, encabezada por los próceres aridanenses Francisco Fernández Taño (1795-1876) y su sobrino, el abogado Antonio Carballo Fernández (1830-1888), quienes contratan con los dos ayuntamientos realizar la canalización, comprometiéndose a construir chorros y abrevaderos públicos en los dos municipios, la reserva de una cantidad de agua para los socios de la empresa y otra parte para los Heredamientos de Haciendas. Algunos de esos chorros y abrevaderos de una semejante factura se conservan en El Paso y Los Llanos de Aridane.

En 1868 ya estaban las aguas canalizadas en el casco urbano con dos chorros y abrevaderos en El Trocadero y en El Calvario, en la por entonces villa de Los Llanos. Faltaba un tercer punto, sólo pila, que deciden ponerlo en la plaza Trasera o Chica, hoy oficialmente Elías Santos Abreu. Lugar estratégico en el camino de entrada y salida de la finca de La Caldera de Taburiente.

Entre 1868 y 1870 surgieron discrepancias entre la Empresa Hidráulica Aridane y el Ayuntamiento en el diseño y estilo de la pila para la plaza Trasera. Suponemos que la Hidráulica pretendía construirlo, según el contrato y presupuesto,  a semejanza de los construidos en El Paso y en Aridane.

Ante las discrepancias, el día 5 de marzo de 1870 el plenario de la corporación municipal tuvo conocimiento, por medio del Regidor Síndico, de lo siguiente: “Que debiéndose construir la fuente pública de la plaza trasera con toda decencia para el mejor ornato público, es de sentir que se solicite a la Empresa de Aridane la suma que debe invertir en la obra de otra fuente por su cuenta y lo más que se pueda reunir de los vecinos, construirla lo mejor que se pueda; y que en el supuesto que don Antonio Díaz Pérez ha hecho a la municipalidad la oferta de dar una parte de las utilidades que recibe por su casa que tiene cedida para la matanza pública, cree conveniente que cualquiera que sea la suma que de este se perciba se invierta en la fuente o pila pública”.

El Ayuntamiento así lo acuerda y encarga al Regidor Síndico la gestión de la construcción de la pila de la plaza Trasera. De este acuerdo corporativo se desprende claramente que la fuente que tenía previsto construir la empresa Hidráulica Aridane, según el acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento, no fue del agrado de la corporación, por lo cual uniendo el presupuesto de esta empresa a las aportaciones vecinales se logró construir la actual pila-fuente pública.

La elegante, esbelta y peculiar “pila” aridanense la debió construir el maestro pedrero Raimundo Brito de la Concepción, quien por esos años residía con su familia en la calle Trasera nº 14 y 16. Al pedrero Brito lo encontramos en diferentes obras de piedra, construcción e incluso peritaciones. En 1861 trabajó para el Ayuntamiento en la canalización, que fracasó y según referimos anteriormente, en los “trabajos de Egeros y Capitán en La Caldera”. En el listado de operarios que se conserva en el Archivo Municipal, figura el primero de los operarios y con  superior salario a los otros pedreros, los que nos evidencia el reconocimiento profesional. En 1865 y 1866 Brito sentó la “loza” de la primera urbanización cerrada y amurallada de la hoy plaza de España. En 1868 factura al Ayuntamiento por haber “construido un muro en el abrevadero público de este pueblo”, debe corresponder al del Trocadero o el del Calvario.

En septiembre de 1870 ya se encontraba concluida la “pila” o fuente de la plaza Trasera. La corporación municipal, el 17 de septiembre de 1870, conoció la liquidación de los gastos de “la expresada fuente que ascendió su importe, incluso la cañería para por ella regar los árboles de la plaza general, a la suma de seiscientas cincuenta y cinco pesetas veinte y seis céntimos”. Recordemos que los laureles de la plaza “grande”, remitidos desde Cuba, fueron plantados en 1863.

150 años (1870-2020) de esta fuente que identifica la estampa e imagen de Aridane bien merece conocerla, divulgarla y conmemorarla. Tal y como fue el deseo de los promotores y la ilusión de todo un pueblo, construida con “toda decencia para el mejor ornato público”.

 

* Cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002),  miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009).

 

 

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