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Algunas historias de mujer y feminismo en teología

Lucas López. Archivo.

Al acabar el curso 2011/12, en junio, se jubiló de su labor docente en el Instituto Pastoral de Madrid la profesora Elisa Elizondo. Navarra y montañesa, de la Institución Teresiana, se retiraba de la docencia feliz y satisfecha después de un itinerario sorprendente. Contaba que fue la primera mujer en estudiar teología en el Angelicum, la Universidad Pontificia Santo Tomás de Aquino, llevada por los dominicos en Roma. Fue en el 68. Así lo contaba en entrevista publicada con motivo de su jubilación: “Me recibió (con un poco de extrañeza, pero positivamente) un dominico francés, que en un primer momento pensó que iba a matricular a mi hermano. Nos entendimos como pudimos, y me hizo la inscripción”. No puede sorprendernos la perplejidad del acogedor dominico francés: Elizondo era la única mujer entre los centenares de hombres que estudiaban teología en la Roma postconciliar.

Es claro para el estado actual de la investigación, que el movimiento de Jesús fue innovador en el trato a las mujeres. Se trató de una propuesta inclusiva y revolucionaria. Sin embargo, el cristianismo primitivo está lleno de contradicciones y pronto evoluciona hacia una legitimación religiosa del modelo patriarcal. Así que en la vida cotidiana de aquellas primeras comunidades, muchas mujeres encuentran un espacio de libertad y liderazgo, y, sin embargo, choca con posiciones defendidas por una reflexión teológica que considera a la mujer supeditada al hombre. A medida que la visión machista adquirió preponderancia en la sociedad, la misma teología dará sostén religioso al patriarcado. Como señala el profesor Aguirre (Deusto), “el pensamiento de Pablo es desarrollado en línea totalmente patriarcal por la tradición canónica y oficial que reclama su nombre”. De modo que se oscurece el rol de las mujeres en el entorno de Jesús, siendo sustituidas por modelos formales despersonalizados (paciencia, perseverancia, fe, arrepentimiento…).

Desde que en el ámbito anglosajón comenzara el movimiento feminista, en su impulso inicial estuvieron mujeres cristianas que leían la Biblia. Ellas fueron soporte espiritual del movimiento sufragista. Desde entonces, el feminismo ha ido tomando carta de ciudadanía en nuestras sociedades como bandera para casi todas las corrientes sociales en Occidente. En las sociedades latinas, con un modelo de secularización de mayor confrontación con lo religioso, la mujer católica apenas tuvo hueco en los debates sociales del siglo XIX. Frente al feminismo más burgués anglosajón, la cuestión de la mujer en el mundo católico latino se orientó a la formación y promoción de las mujeres empobrecidas a través de grandes fundadoras de congregaciones. Aquellas propuestas hicieron posible un salto adelante de la mujer en una sociedad que les había negado el pan y las rosas. Sin embargo, son iniciativas que no se equiparan a las dinámicas feministas.  En realidad, el feminismo católico como tal adquiere un lugar relevante en la segunda mitad del siglo XX.

La teóloga y artista plástica Silvia Martínez Cano, profesora en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Comillas, en Madrid, plantea en un interesante artículo de revisión que, en cuarenta años, hemos pasado de algunas teólogas pioneras que hacían investigación a una gran diversidad de teologías feministas, que se hacen imprescindibles para conocer el actual panorama teológico español. A su juicio, en un mundo, el de los teólogos, que trata de moverse en ámbitos de seguridad que puede esterilizar los esfuerzos de innovación, las teologías feministas proponen que “aprender a tolerar la ambigüedad e incertidumbre es una habilidad a adquirir si queremos que la teología española del siglo XXI siga hablando de Dios”. No está todo resuelto. Parece cómica y muy plástica la descripción de la situación de la mujer en la teología tal y como la describe Silvia Martínez: “En muchas ocasiones las teólogas hacemos nuestro trabajo desde una sensación de «extranjeras residentes», simultáneamente integradas y excluidas”. La profesora Martínez niega que la teología feminista tenga como exclusiva labor luchar por la igualdad entre hombres y mujeres en la Iglesia. Más bien propone que la dimensión feminista colabore en “un nuevo trenzado con los hilos de la teología”. Con lenguaje poético, la profesora concluye su repaso a los cuarenta años de feminismo en la teología: “En definitiva, tener en cuenta que, para poder ver mejor el «rostro» de Dios, la experiencia personal y la comunitaria de las mujeres es imprescindible si queremos un «manto» más fuerte que nos arrope amorosamente a todas y todos”.

Desde que Radio ECCA puso en marcha Puntos para la oración, unas pistas para contemplar la realidad desde el texto evangélico de cada día, siempre ha contado entre sus ponentes con algunas mujeres. Actualmente, Junkal Guevara, titular de Teología Bíblica en la Facultad de teología de la Universidad Loyola de Andalucía en Granada, y Esther Prados, que en la Universidad de Almería, entre otras cosas, trabaja la relación entre cuerpo, género y poder, son dos mujeres que cada semana comparten una reflexión espiritual, bíblica y teológica seguida por multitud de personas en todo el ámbito de lengua española gracias a la mediación de la emisora educativa. Es probable que esta presencia no hubiera sido posible sin las generaciones de mujeres pioneras que se atrevieron a alzar la voz incluso cuando desde instancias eclesiales se las ignoraba.

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