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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

El Comedor Escolar de Villa de Mazo

  • Se convirtió en un referente social y surgió de un esfuerzo común

A propuesta del Consejo Municipal de Cultura y con motivo del Día del Municipio 2016, es destacada la labor del Comedor Escolar del colegio Princesa Arecida.

Texto leído por Máximo Pérez Tejera

Un poco de historia

No fue precisamente ayer, pero en la memoria de muchos profesionales de la enseñanza flota, en una especie de niebla temporal, los nombres de Villar Palasí, El Libro Blanco, la L.G.E. (Ley General de Educación) y la E.G.B. (Educación General Básica)

Villar Palasí. Nunca fue lo bastante reconocido, quizá por aquello de ser ministro de los coletazos del franquismo. Nace en Valencia en 1922 y muere en Madrid en 2012. Hombre de cualidades especiales, fue catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid desde 1965, y un referente en derecho administrativo. Desempeñó el cargo de ministro de Educación y Ciencia entre 1968 y 1973, precisamente el año del atentado a Carrero Blanco.

Hombre de memoria prodigiosa, llegó a dominar unos 15 idiomas, entre ellos japonés, árabe y chino, pero sin duda pasará a la historia como el padre de la Ley General de Educación, en la que la joya fue la Educación General Básica que supuso un cambio cualitativo y cuantitativo en la enseñanza en nuestro país.

Villar Palasí supo ver con claridad la injusta y temprana separación del alumnado que se hacía en aquel tiempo. Recordemos que los niños al llegar a quinto curso de la enseñanza primaria, se separaban, unos para hacer el bachillerato en las escuelas privadas o en los institutos, cuando los había, y otros para seguir en primaria o enseñanza profesional. Como es natural, no hace falta decir que los primeros eran los pudientes y los segundos los menos favorecidos y especialmente los niños de poblaciones rurales donde no se contaba con institutos próximos.

Una novedosa Ley de Eduación

Lo novedoso y podemos decir que progresista de la L.G.E. fue el establecimiento de la E.G.B. que fue aprobada el 4 de agosto de 1970.

La E.G.B. introdujo una especie de bachillerato dentro de la escuela primaria, obligatorio y para todos, que daba, y creo que dio, más oportunidades al alumnado en general.

La E.G.B. supuso la necesidad de una adecuación de la escuela, con un reciclaje del profesorado, un cambio metodológico y sobre todo, un cambio organizativo. Apareció la necesidad de la especialización de los maestros y de crear concentraciones escolares que, especialmente en las zonas rurales, necesitó de transporte escolar y de la creación de comedores escolares.

Curso 73-74. Nace el Comedor Escolar

En Villa de Mazo la concentración escolar se hace para 6º de E.G.B., en el curso 72-73, que se imparte en jornada única y para el curso 73-74 se pone en marcha el Comedor Escolar al que hoy le damos un merecido homenaje.

El gran problema de la L.G.E. fue que nació sin medios económicos, ya que "los azules" cercenaron la financiación en las cortes en su lucha con los tecnócratas, los dos grupos de poder del franquismo tardío.

Esta circunstancia hizo que la aplicación de la ley fuera muy difícil en sus primeros años, dificultando al máximo su aplicación y, por supuesto, afectó al transporte y al Comedor de nuestro pueblo. Pero a pesar de las dificultades, el Comedor Escolar de Villa de Mazo arrancó y pronto trascendió el ámbito de la necesidad educativa.

El Comedor se convirtió en un referente social: Lugar de reuniones cuando se carecía de otros locales, lugar de exposiciones, lugar de aprendizaje de rudimentos de cocina, lugar de celebración de comidas sociales con fines benéficos, alguna boda, y pasado el tiempo, incluso como lugar de intendencia para cubrir las necesidades en emergencias como los incendios.

El Comedor fuer una tarea colectiva

Como muchas de las tareas colectivas de nuestro pueblo, el comedor fue surge de un esfuerzo común, que contó, desde el principio, con la colaboración de padres, profesores, alumnos y algunos comerciantes, que adelantaron menaje y alimentos hasta la llegada de la cuantía de las becas concedidas.

Recuerdo una tarea conjunta: cerrajeros improvisando un balcón que soportara las bombonas frente a la ventana de la cocina de D. Alonso, a los primeros profesores o maestros implicados, unos elaborando los menús, otros haciendo pedidos a las casas comerciales o buscando productos por el pueblo, otros administrando becas, cuotas y cupones, otros organizando las tareas y los turnos del alumnado, y sobre todo, recuerdo a los y las cincuentonas de este pueblo, en aquel tiempo chavales de sexto séptimo y 8º de E.G.B, que actuaron con enorme responsabilidad dentro de los equipos organizados. Aquellos chicos hicieron posible que con sólo dos cocineras, se pudiera sacar adelante dos turnos de comida en las aulas y continuar con las clases de la tarde.

Una mención especial a Nela Maruca y Esther

Nela y Maruca, las primeras cocineras, fueron dos caballos de batalla en aquella dura tarea. Su labor sobrepasó las paredes de la cocina. Todos recordamos como utilizaban sus vehículos para recoger la materia prima necesaria desde los comercios y suministradores, como cargaban bombonas, retiraban la basura, y hasta repartían la comida sobrante para ayudar a algunas familias necesitadas.

Cuentan que cuando Esther Gutiérrez se incorporó al comedor, después del primer día de trabajo dijo.- ¡Yo no vuelvo! Pero volvió, y volvió con tantas ganas, que pronto fue una figura clave con su juventud, decisión y fortaleza.

El Comedor: Una tarea ejemplar

Cuando más tarde tuve la responsabilidad, desde mi corto paso por la Inspección Educativa, de visitar y colegios y sus comedores escolares, siempre trataba de minimizar sus problemas y de poner con orgullo el ejemplo de aquellos padres, maestros, cocineras y alumnos, que llevaron a cabo una tarea colectiva que solventaba problemas y allanaba caminos.

De los 42 años de existencia del Comedor Escolar de Villa de Mazo, sólo durante los primeros 8 años estuve vinculado directamente, pero por lo que sé de este pueblo, del que no me he desvinculado nunca, lo que bien nace, bien crece, y bien se desarrolla.

El Comedor en los últimos tiempos

Después han venido otros tiempos y otras leyes educativas, 7 en total, que balancean, al son de la política de turno, el concepto de la educación, el derecho a la misma, la libertad de elección como formas encubiertas de un modelo de reproducción social.

Las cosas se han modernizado; se cambió a un colegio nuevo al que se dotó de mobiliario y menaje adecuado. Se han hecho y se proyectan nuevas ampliaciones. Se han establecido estrictas medidas higiénicas y los menús son supervisados por pediatras y nutricionistas. Se ha contado con el apoyo del Ayuntamiento no pudiendo olvidar la tarea de Baudilia y de Mª Esther. Han pasado muchos claustros de profesores, siempre implicados y se ha contado con educadoras preparadas como fueron las primeras: Esther, Lucy, Mercedes, Consuelo, y Gladys, que marcaron camino a Dolores Mary, Mary Carmen, Carmen Sanluís, y otras.

Todos han colaborado a mantener la calidad del servicio de esta institución, pero sobretodo, a mantener la humanidad, la proximidad, y ese toque especial que nuestro pueblo sabe imprimir a sus empeños comunes.

Un reconocimiento merecido

Creo que no exagero si digo que el reconocimiento que hoy se hace es completamente merecido.

Lo creo merecido, porque no es el reconocimiento a una persona concreta.

Es el reconocimiento a todo un pueblo que ha visto como suyo este servicio.

Reconocimiento a padres, hijos, y algunos nietos que lo han utilizado.

Es un reconocimiento a las distintas corporaciones que lo han considerado objeto prioritario.

Es un reconocimiento a sociedades y escuelas unitarias del municipio y a los distintos claustros y profesores implicados del colegio Princesa Arecida.

Es el reconocimiento a cocineros, educadoras; y personal de limpieza.

Y, es, en general, el un reconocimiento a todos los que han puesto un grano de arena a lo largo de estos 42 años en esta tarea, que han logrado que el Comedor, como institución, sea querida y respetada por todos.

Para todos ellos y en nombre del Consejo Municipal de Cultura:

Felicidades y Gracias a todos.

Por último, un deseo. Nuestro mejor deseo es que la antorcha vaya pasando de mano en mano sin que pierda el brillo de su llama.

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