A Lina Morgan, in memoriam
Nadie como Charles Spencer Chaplin (1889-1977) supo de la malaventura y sinsabores que conlleva la miseria, la orfandad y el desarraigo que entraña la condición de emigrante.
En el caso del genial cómico inglés (sin duda, el mayor artista del siglo veinte), a su natural estatus de actor errante, que forjó su inmenso talento en el teatro de variedades que, en el Londres de principios de la pasada centuria, consistía en un circuito de mugrientos cafetines y pensiones malolientes llenas de pulgas, el creador de Charlot (junto a Don Quijote, la criatura de ficción más universal nacida de la mente de un solo hombre) unía su propia peripecia como trabajador por cuenta ajena que hubo de abandonar su lugar de nacimiento a la búsqueda de una oportunidad en la tierra de las oportunidades.
Se objetará que, al fin y al cabo, a Chaplin terminó sonriéndole la fortuna, habida cuenta de que no tardó mucho en convertirse en una estrella del espectáculo de honorarios y dimensiones colosales. Pero eso no sería hacerle justicia a quien, primero, jamás renegó de sus modestísimos orígenes (hijo de actores de vodevil, su madre fue ingresada en un hospital psiquiátrico, debido a sus problemas mentales, y su padre era un alcohólico que murió con apenas treinta años; tanto su infancia como la de su hermano Sydney parece ideada por Dickens) y, en segundo lugar, mostró siempre un compromiso moral, artístico y político con los más desfavorecidos, ya que, desde su profunda convicción de la inexistencia de Dios, nada de lo humano le fue ajeno: furibundo antifascista, donó generosas sumas de dinero durante la II Guerra Mundial con el fin de ayudar a escapar de la barbarie nazi a decenas de ciudadanos judíos.
Las terribles imágenes que recientemente se han podido ver de atestados vagones de tren, repletos de refugiados sirios que tratan, con desesperación, de entrar en Europa, a través de la frontera greco-macedonia, y, sobre todo, los ya célebres golpes, cuchillo en mano, con que un agente, en la isla de Kos, disuadía a una multitud de solicitantes de asilo, me retrotrajeron al cortometraje The Immigrant (1917), donde Charlot atraviesa el Atlántico como pasajero de tercera clase en un destartalado cascarón, para arribar a la isla de Ellis, a los pies de la estatua de La Libertad, y ser tratado con nula consideración por un impertinente funcionario, quien, a cambio, recibe una soberana patada en el culo a cargo del bigotudo vagabundo, que es lo mismo que recibirla de tres cuartas partes de la Humanidad.
Juanf
La tierra de las oportunidades nos comenta José Amaro, cuando se refiere a Charles Chaplin en su periplo por los EEUU de Norte América como emigrante, y si de emigrantes es el comentario, hoy me atrevo a decir que nosotros los canarios hemos estado en ese corre corre desde los primeros tiempos de Colon, nuestro aporte a quedado reflejado en grandes lugares como es Sao Paulo fundada por el padre lagunero Archieta, la ciudad de Montevideo fue fundado por familias de Canarias que allí emigraron, San Agustín de la Florida fue repoblada por familias de las islas después de haber sido saqueada por piratas el lugar, merito tienen esas familias canarias por haber sido en ese sitio donde se fundo la primera escuela del país, hoy de las barras y las estrellas, fueron emigrantes visibles en San Antonio de Texas y aun su plaza principal lleva por nombre Plaza de las Islas, La National Geographic nos deja saber en un reportaje que en Lousiana aun persiste el "lenguaje de los isleños" que emigraron allí, Cuba fue lugar selectivo y queda constancia de los miles de personas de las islas que fueron a residir o hacer el servicio militar, bueno recordar que una canaria fue la madre del José Martí Pérez héroe nacional cubano, en La Orotava existe una placa en una casa indicando que allí había nacido la madre del prócer cubano, fue otra canaria abuela de Simón Bolívar libertador de seis países de la corona de España, insignes personajes han sido el legado de esos emigrantes de las islas, tales como Andrés Bello, Francisco de Miranda, Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, mención especial debieran de tener los miles de canarios que fueron a la Venezuela de los años cincuenta, muchos en veleros con travesías difíciles como de si de una novela de película se tratara, y con mala acogida por parte de las autoridades venezolanas de la época, otros en buena lid se afianzaron en todas las ramas, los mas sacrificados fueron los que les tocó ir al campo a crear haciendas donde antes había monte y culebra, ya han transcurrido mas de sesenta años y donde debió de quedar satisfacción por el esfuerzo y trabajo realizado, les a tocado la amargura de ver llegar y afianzarse un régimen comunista y desposeerle de lo ganado con valentía sudor y lagrimas, es la emigración como la lotería se gana y se pierde, se llora y se ríe, muchos regresan como el de la Zarzuela rico y poderoso, otros directos al medico para que les cure el espanto mar adentro adquirido.
Si amigo Amaro es trágico el acoso de los talibanes con su propia gente, escuchar del tema de los países árabes da tristeza, pueblos enteros que quieren vivir mejor sin guerras ni opresores, se lanzan a la mar y cientos de ellos no llegan a lograrlo quedando para siempre en el fondo del mar, otros lo logran y algunos los mas fanáticos de los talibanes infiltrados con los refugiados cuando le dan la oportunidad quieren atentar, como este ultimo apresado en un tren de alta velocidad con mas de quinientos personas que bien pudieron morir de haber el suicida detonado sus bombas adosadas y logrado su miserable objetivo como el de las torres de Nueva York, Madrid y Londres, planificadas con antelación a la obra criminal.
La emigración es un bien para la nación que los recibe, siendo el tiempo quien lo califique, ejemplo sigue siendo el país de los EEUU.
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PopCorn
Ya decìa yo, ya lo decìa, que en mi mente habìa algo con que representar la tragedia que viven a diario una gran mayorìa de familias cuando van a despedir a sus hijos, profesionales la mayorìa, en el Aeropuerto Internacional Simòn Bolìvar, de Maiquetìa.
Sòlo espero que el final de nuestros hijos que han tenido que emigrar en busca de las oportunidades que el règimen nefasto de èstos comunistoides apestosos enquistados en el poder les han negado, mientras ellos se nutren hasta el hartazgo de nuestras miserias, representadas en èste caso por las dolorosas despedidas, sea similar al que tuvo el gran Chaplin.
A la vista de los resultados que vamos conociendo, la gran mayorìa se asemejan mucho.
Mis saludos afectuosos!
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