Yo creo que es mejor que la gente se conciencia de que es lo que hay y lo mal que es tratada la arqueoogia en la isla a dejar estas cosas por miedo a que mas gente las conozca y vaya a destruiras. Asi que saco algunas cosas de googel y el que querea que las comente.
ificrates
¿Algún libro o publicación que recoja todo esto?
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Indiano
Algo adestacar = . En 1998 presentamos al
Cabildo Insular un presupuesto para retomar el proyecto del Roque de Los Guerra,
entendido como un estudio integral y tras-disciplinar, que usaría este sitio paleontológico-arqueológico para analizar la historia de la isla antes y después de la aparición
de los primeros seres humanos en ella. Sin embargo, sólo este año ha encontrado eco
en los responsables de la Corporación aquella solicitud ya añeja, aunque no sabemos
si se podrá afrontar el estudio en los plazos y condiciones impuestos. Se acometa ahora
o más tarde este proyecto y otros como él, el simple hecho de que en los presupuestos del Cabildo figuren partidas para arqueología es un indicio de que, por fin, pudiera existir luz al final del túnel.
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Indiano
el Roque de los Guerra = En el segundo se detectaron amplias estratigrafías, cuyos niveles inferiores son anteriores a la presencia humana en la isla, detectándose allí fauna silvestre
que en parte ya está extinta. A continuación empiezan los primeros indicios de presencia humana, desde la Fase cerámica I, hasta finales de la II, en que se produjo una
erupción fechada por paleomagnetismo en torno al 300 AD1
; luego se reocupó el lugar hasta la conquista…………………………Bueno, como ya dije antes , por debajo, la pala dejo al descubierto una gran estatigrafia en la que habia dos capas , de picon. Una cerca del piso de como un metro de aancho y a unos des metros de alto otra de como unos veite centimeros de ancho. En la misma base, el suelo de esa estatigrafia habia restos de alguna lapa, y dificilmete algun troza de ceramica , reo pude ver uno de un centimetro de ancho sin decoracion y muy mal hecho, pero tampoco me detuve mucho a observar esa secuencia estatigrafica que los arqueologos nuncav ieron
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Indiano
……EL TENDAL…………….endal es hoy un sitio de referencia obligada para la arqueología de La Palma,
porque los resultados de estas excavaciones permitieron proponer una secuencia cultural para la isla, contrastada y confirmada luego en otros yacimientos. Se excavó en
extensión en el área B, sector central de la cavidad, donde existe una potencia sedimentaria que oscila entre 0’70 y 1’40 m. que abarca siete unidades estratigráficas. En
él se analizó la división funcional del espacio, observándose diferencias de uso desde
la boca hasta el fondo de la cueva: La parte externa era zona de tránsito; la intermedia presenta áreas de actividad como lugares de talla, de alfarería y restos de hogares; la parte del fondo estaba separada al principio del resto mediante mamparas sostenidas con postes, pudiendo estar destinada a dormitorio y almacén. En el área C
o tercio oriental se acumuló una gran potencia estratigráfica que superaba los 7 m.,
abarcando UE, que son una réplica en detalle de la secuencia del área precedente, pues
la velocidad de sedimentación fue mucho mayor, por lo que se destinó a excavaciones en la vertical.
La evolución de la cerámica de este y otros yacimientos de San Juan está muy bien
documentada y ha servido en buena medida para estudiar la secuencia cerámica de
la isla, que estructuramos en cuatro fases, hoy bien conocidas (J. F. Navarro y E.
Martín, 1987; J. F. Navarro, E. Martín y A. Rodríguez, 1990; E. Martín, 1992, 1993a
y 1993b; J. F. Navarro, 1997, 1998, 1999 y 2005). El Tendal fue ocupado ininterrumpidamente desde los inicios del poblamiento de la isla hasta el final de la fase
cerámica III, momento en el cual se abandonó, trasladándose la gente a otras cuevas
del entorno. La Cueva Derrumbada empezó a ocuparse a fines de la Fase III y duró
toda la Fase IV. Los habitantes del Tendal usaron para su industria lítica esencialmente
basaltos y traquibasaltos del cauce y de la cercana playa, aunque a partir de la fase
cerámica II también vidrios volcánicos. Los restos de fauna, carbones, semillas y pó-
lenes permiten recomponer el ecosistema y su explotación por parte de la comuni-Juan Francisco Navarro Mederos
dad humana que aquí vivió. Tenían una cabaña ganadera formada por ovicápridos en
su mayoría, con cierto dominio de las ovejas, y una presencia secundaria pero importante de los cerdos; otros animales terrestres eran consumidos eventualmente, como
los perros, gatos y varias aves; por su parte, la pesca y marisqueo siempre tuvo gran
importancia con algunas oscilaciones a lo largo del tiempo. Uno de los más importantes descubrimientos hechos en El Tendal es constatar la existencia de agricultura
entre los antiguos palmeros, al hallarse abundantes restos de cebada, trigo, lentejas y
habas, desde los niveles más antiguos hasta el final de la ocupación de la cueva
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Indiano
Destacar = 979, coincidiendo con los últimos trabajos de Mauro Hernández, Ernesto M.
Martín Rodríguez realizaría una excavación de urgencia en la Cueva de la Higuera
(Barlovento), donde poco antes se había producido el hallazgo extraordinario de una
vasija cerámica de época muy tardía, quizás contemporánea a la conquista, conteniendo un gran lote de colgantes en concha de Spondylus senegalensis junto a varios más
de mediano y gran tamaño labrados en dientes de cetáceo (E. Martín, 1980).
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Indiano
Por último, destacar los sondeos estratigráficos realizados en 1994 en diferentes puntos del Roque de Los Guerra (Villa de Mazo) dirigidos por los Dres. Juan Francisco Navarro Mederos, Ernesto Martín Rodríguez, Amelia del Carmen Rodríguez Rodríguez y Felipe Jorge Pais País. Este yacimiento presenta una estratigrafía tan impresionante que puede, incluso, superar los 7 metros de espesor de El Tendal…Comentario = Quiero aclarar que por debajo de esos mas de 7 metros , durante unos pocos dias la pala mecanica que saco los rellenos para los canteros de ese sitio dejo el descubierto mas de yo calculo que 10 metros sumados a esos 7 metros daria una estatigrafia de 17 metros.
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Indiano
Me es sumamente molesto la arrogancia de algunos investigadores que se especializan en ver si el hueso esta quebrado longitudinalmente en vez de ir a ver los dos estratos de huesos quemados y escachados que hay aun en la cucaracha. No se que clase de investigadores son esos ni me merecen ninguna consideracion
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Indiano
Comentario……….Estoy mirando googel a ver lo que hay escrito sobre la arqueologia de la isla y la verdad es mucho. Pero mucha paja , interpretaciones fayidas de segunda o tercera mano, mal interpretadas. Yo intento sacar lo que vea mas preciso y dejar tanto toston que no es mas que un quebradero de cabeza. No se si seguire con esto pues en realidad hay muy oco que merezca la pena.
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ificrates
Lo del Estado de Conservación, estoy completamente de acuerdo.
Lo demás hay que leerlo
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Indiano
NUEVOS PROTAGONISTAS Y NUEVOS ENFOQUES
PARA UN VIEJO PROBLEMA: EL DEPARTAMENTO
DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA
DE LA ULL Y ANTONIO BELTRÁN
En 1969 los profesores Manuel Pellicer Catalán y Pilar Acosta Martínez se
incorporaron a la Universidad de La Laguna, creando el Departamento de Arqueología y Prehistoria, germen inicial del actual Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. La filosofía de Pellicer, compartida por Acosta, se recoge en dos trabajos
suyos (Pellicer, 1971-72 y 1974). Para solucionar la crisis en la que estima se encuentra sumida la arqueología canaria, propone planificar la investigación a nivel
de todo el Archipiélago, cuyo primer paso sería conocer con objetividad los yacimientos, su tipología, distribución y posibilidades de excavación, mediante la Carta
Arqueológica de Canarias, parcelada en tesinas, realizando Mauro S. Hernández
Pérez la de La Palma (Hernández, 1972). El segundo paso era el estudio pormenorizado de los materiales y yacimientos arqueológicos, y el tercero era realizar excavaciones en yacimientos de hábitat con potencia estratigráfica suficiente para poder
abordar el estudio secuencial de la cultura aborigen y la datación absoluta de sus
manifestaciones.
Por tanto, la tipología, la estratigrafía y la cronología quedaban instituidas
como los pilares esenciales de la estrategia de investigación diseñada por Pellicer y
Acosta, que fue asumida de manera íntegra por sus discípulos prácticamente hasta
fines de la década de 1970. Era el mismo enfoque positivista empirista de raigambre
histórico-cultural que prevalecía entre los grupos de trabajo españoles más destacados —y hasta se diría que más dinámicos— en las décadas de 1960 y 1970, y que
ponía el énfasis en las técnicas de excavación y elevaba el yacimiento a la categoría
de primer protagonista de la investigación. Se oponía a la otra manera de entender
la arqueología que representaba Diego y que, desde sus iniciales posiciones historicista-culturales más idealistas, había ido derivando hacia un enfoque antropológico
de la arqueología. Si a ello añadimos que este último había trabajado durante décadas como un «lobo solitario» y único protagonista de la arqueología en las Canarias
Occidentales y que, además, su superior directo, Martín Almagro Basch, lo había
indispuesto contra el recién llegado48, entenderemos las fricciones que acabó teniendo con Pellicer y su escuela.
Desde la Universidad se reprochaba a Diego su manera de excavar, considerada inaceptable para la época, y que usara técnicas agresivas, como la pintura de
contraste que aplicó a algunos grabados; en el plano interpretativo, se llegó a considerar que a veces era demasiado especulativo, incluyendo su tendencia a establecer
paralelismos etnográficos entre guanches y pastores tradicionales contemporáneos,
que juzgaban excesivos. Por su parte, Diego criticaba a Pellicer y sus discípulos que
estuvieran obsesionados por encontrar estratigrafías, que concedieran absoluta prioridad al dato descriptivo, que ignoraran los avances objetivos de la arqueología
canaria, que le dieran escasa importancia a la etnohistoria y que sus interpretaciones
carecieran de un análisis antropológico-cultural (Diego, 1982: 2-3). A pesar de esas
divergencias, siempre mantuvieron una cortés relación profesional, en la que cabían
intercambios de consultas y opiniones. Valga de ejemplo las invitaciones que desde
el Departamento se cursaban a Diego para que asistiera o participara en diversos actos; o la carta que Diego envió a Pilar Acosta49, exponiendo detalladamente su
opinión sobre diversos problemas de la excavación que ella dirigía en la Cueva de la
Arena (Tenerife); y las consultas a Manuel Pellicer, pidiéndole su parecer sobre
determinadas piezas arqueológicas50
.
En 1970 Mauro S. Hernández leyó su tesina «Contribución a la Carta Arqueológica de la isla de La Palma», la primera en presentarse de una serie de ocho
tesinas-cartas arqueológicas, que se publicaría dos años más tarde (Hernández, 1972).
También acababa de dar a conocer algunos grabados de Santo Domingo de Garafía
(Hernández, 1970) y acto seguido continuó el tema enfocando su tesis doctoral
sobre los grabados rupestres canarios, dirigida por la doctora Pilar Acosta Martínez51
,
que en su mayor parte estaba centrada en La Palma.
La búsqueda de estratigrafía encontraría su recompensa en La Palma, donde Pilar Acosta y Manuel Pellicer acometieron las excavaciones de la Cueva del Humo y la de Los Guinchos (ambas en el término de Breña Baja). No vamos a
detenernos ahora en valorar estas investigaciones, que reservamos para otro trabajo
en preparación, y sólo señalaremos que sus resultados (Pellicer y Acosta, 1975)
confirmaron las esperanzas de que las secuencias estratigráficas pudieran ayudar a
tener una visión secuencial de la prehistoria de Canarias, en este caso de una de sus
islas. Éste sería el punto de partida de una línea de trabajo que continuó Mauro
Hernández (1977, 1999) y, más adelante, Ernesto Martín y Juan Fco. Navarro
(Martín y Navarro, 1984; Navarro y Martín, 1987; Martín, 1993 y 1998).
En las mismas fechas iniciaba Antonio Beltrán Martínez un proyecto de
estudio de los grabados y pinturas rupestres de Canarias, que contaba con varios
apoyos institucionales, tanto la financiación de la Dirección General de Bellas Artes, como la infraestructura que le proveyó el Museo Canario para su estancia en
Gran Canaria, el Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife y el Museo Arqueológico de Tenerife —es decir, Luis Diego— para sus estancias y desplazamientos por La Palma y El Hierro. A partir de ese momento, Diego se fue desentendiendo de la
línea de investigación palmera, limitándose a colaborar con Beltrán en alguna de
sus campañas de calco de grabados y a realizar una o dos excursiones por Garafía en
compañía de su viejo amigo Ramón Rodríguez. En resumen, entre 1970 y 1973
dos investigadores desarrollaron por separado en La Palma proyectos análogos: Mauro
Hernández sin los citados apoyos52 y Antonio Beltrán con ellos, circunstancias que
entonces generaron un alejamiento entre ambos, que al transcurrir los años y por la
concomitante trayectoria profesional de ambos acabaría por reconvertirse en sincera y larga amistad.
Como resultado de sus investigaciones, Beltrán elaboró unas teorías sobre
el origen y significado de los grabados de La Palma, que en buena medida estaban
entonces muy cercanas de las de Luis Diego, aunque con algunos matices. Interpretó que estaban asociados con cultos al agua y/o al sol y sostenía los paralelos atlánticos y mediterráneos (Beltrán, 1971, 1973 y 1986), que más adelante acabaría matizando de manera que, donde antes estaba seguro de encontrar pruebas de un
fenómeno de difusión, ahora acepta una posible convergencia (Beltrán, 1990). Por
su parte, Hernández se iba alejando de las relaciones atlánticas para aproximarse
cada vez más a un origen en el África noroccidental (Hernández, 1973, 1977 y
1981) y se desmarcaba de la tradicional asociación de los grabados con el agua,
defendida por Diego y Beltrán (Hernández, 1977: 58).
CONCLUSIÓN
El comienzo de las investigaciones arqueológicas en La Palma a finales de la
década de 1940 estuvo motivado por la búsqueda de pruebas que corroboraran
determinadas tesis difusionistas sobre algunos de los procesos que supuestamente
habían intervenido en la configuración de España como entidad histórica. Los grabados rupestres espiraliformes, meandriformes, circuliformes, etc., de La Palma eran
semejantes a otros de Galicia, Bretaña, Irlanda, del Mediterráneo oriental y África
septentrional y noroccidental, lo cual despertó el interés de quienes pretendían
demostrar la difusión de rasgos culturales desde África hacia Europa, vía la Península Ibérica o, en este caso, a través de Canarias.
La labor de la Comisaría y de la Delegación de Excavaciones Arqueológicas
en La Palma fue más intensa que en el resto de las islas periféricas del Archipiélago.
Y ello se explica por el citado motivo y, de manera accesoria, porque las potentes
estratigrafías arqueológicas detectadas podían servir para leer en ellas los complejos
procesos difusionistas que se creía habían ido afectando a Canarias, insertas en un
sistema general de relaciones culturales más amplio, en las que las islas habrían
servido como puente o como estación terminal, según cada caso.
Pero esta concepción de las cosas fue evolucionando. De igual manera que
no se puede confundir el haber sido franquista con el haber vivido bajo el régimen franquista, no esperemos encontrar en la arqueología canaria durante el franquismo
—como en ninguna otra parte del Estado— unas posiciones uniformes y monolíticas,
que secundaran fielmente y al unísono las tesis históricas más afines a la ortodoxia
ideológica del régimen. Entre otras cosas, porque en la esfera política española hubo
cambios sustanciales a mediados de la década de 1950, cuando los cuadros vinculados a la Falange perdían influencia frente a los tecnócratas, Julio Martínez SantaOlalla perdía la cátedra de Prehistoria de Madrid frente a Martín Almagro Basch y,
a continuación, un grupo de catedráticos de Prehistoria y Arqueología sugirieron al
Ministro de Educación Nacional que pusiera la arqueología en manos de arqueólogos
profesionales. Como respuesta, en diciembre de 1955 la Comisaría General fue
sustituida por el Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas, se crearon doce
Delegaciones de Zona, coincidentes con los Distritos Universitarios bajo la responsabilidad de catedráticos de universidad, y las Delegaciones Provinciales se encomendaron a directores de museos, profesores y académicos.
También evolucionaron, pues, las posiciones explicativas. Desde 1948 hasta avanzada la década de 1950 el investigador principal y casi único de este periodo,
Luis Diego Cuscoy, se mantuvo en la órbita de Julio Martínez Santa-Olalla, siendo
bastante permeable a sus teorías sobre la trayectoria común de las tierras de España
como puerta de entrada hacia Europa de influjos africanos y mediterráneos. Luego
empieza a generar hipótesis propias, como la posibilidad de que los grabados palmeros
hubieran venido desde la Europa Atlántica y no desde África, que tanto eco llegaría
a tener entre la sociedad de la isla. A la vez, empieza a abrirse a otras influencias,
particularmente de Luis Pericot. Finalmente, empezó a derivar hacia una concepción más antropológica de la arqueología, con matices idealistas, que va adquiriendo cuerpo a lo largo de los 70 (Diego, 1979 y 1982). Y en una línea algo similar se
encontraba Antonio Beltrán cuando empezó a investigar en Canarias, uno de los
últimos defensores de la atlanticidad de los grabados palmeros.
Los enfoques de Beltrán y de Diego chocaban con la concepción de la arqueología que introdujeron Manuel Pellicer y Pilar Acosta, mucho más positivistaempirista, que consideraba del todo imposible analizar aspectos religiosos, ideológicos en el sentido más amplio, e incluso sociales. Por ello, uno de los terrenos en los
que ambas tendencias entraron en mayor colisión, fue precisamente la interpretación de las manifestaciones rupestres de La Palma. Las excavaciones de Pilar Acosta
y Manuel Pellicer en la Cueva del Humo en 1972 y en la de Los Guinchos en 1973,
y la primera excavación de Mauro Hernández en Belmaco en 1974, representan el
fin de una época y el comienzo de otra. Con ellas tomó el relevo la escuela de la
Universidad de La Laguna y, sobre todo, Mauro Hernández, primer discípulo de
Pilar Acosta Martínez.
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