Si que se sale, Clea, totalmente cierto y objetivo el
comentario de Atila.
Esa es la triste realidad de la isla aplatanada.
A ver si despertamos de una vez!
Una falsa liberación individual, con graves consecuencias globales.
Joan Buades y Ernest Cañada [1]. Revista El Ecologista nº 70.
AUNQUE MUCHA GENTE PERCIBE EL VIAJE TURÍSTICO COMO EXPRESIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL, EN REALIDAD NO PASA DE SER UN PRODUCTO INDUSTRIAL DE DIVERSIÓN DE MASAS. GRACIAS AL ILUSIONISMO PUBLICITARIO, EL SECTOR CONSIGUE INVISIBILIZAR LA DEVASTACIÓN AMBIENTAL DE LA MAYORÍA DE TERRITORIOS AFECTADOS Y DISIMULAR QUE LAS MIGRACIONES TURÍSTICAS SOLO PUEDEN SER DISFRUTADAS POR UNA MINORÍA DE LA HUMANIDAD.
Hay que fijarse en el turismo si queremos cuidar nuestro mundo. En medio de las inmediateces de la vida cotidiana, es fácil dejarse confundir por los reclamos interesados en hacernos cómplices de un movimiento natural y lineal de progreso orientado al goce individual sin otros límites que la voluntad de libertad y de superación constante de nuevas metas.
La promesa de liberación individual del turismo es, precisamente, el exponente quizás más refinado y perfecto del poder de seducción de la maquinaria de publicidad en que se basa el industrialismo capitalista. Pocos mensajes merecen una aprobación social tan masiva independientemente de las formas de vida, la posición social o las creencias individuales como el de la bondad de visitar nuevos destinos o, como mínimo, el inalienable nuevo derecho humano a desconectar de la fatiga y el estrés del día a día lo más lejos posible de allí donde vivimos y nos ganamos el pan. Pareciera como si el turismo constituyera un auténtico oasis de paz, libertad y crecimiento personal al margen de la vorágine de un mundo afectado por incertidumbres y urgencias cada vez más extremas, desde el agigantamiento del foso económico entre el Norte y el Sur hasta el cambio climático.
Si ese carácter idílico es el que confiere al mundo turístico su atractivo, vale la pena reflexionar sobre las sugerentes palabras de Gillian Tett, una incisiva periodista del Financial Times y antigua estudiante de antropología en Cambridge: “PARA ENTENDER CÓMO FUNCIONA UNA COMUNIDAD, NO HAY FIJARSE SOLAMENTE EN LAS ZONAS QUE PODRÍAMOS LLAMAR DE RUIDO SOCIAL, SOBRE LAS CUALES TODO EL MUNDO DESEA HABLAR… HAY QUE FIJARSE TAMBIÉN EN LOS SILENCIOS SOCIALES”. PORQUE ESE NO LUGAR DEL TURISMO EN EL IMAGINARIO COLECTIVO RESULTA SUCULENTAMENTE PROVECHOSO PARA QUIENES SE HAN CONVERTIDO EN SUS EXORBITANTES Y DISCRETOS BENEFICIARIOS: LAS CORPORACIONES TRANSNACIONALES EXPERTAS EN LA CREACIÓN Y GESTIÓN FINANCIERA DE PARAÍSOS VACACIONALES.
RESULTA SORPRENDENTEMENTE DIFÍCIL ENCONTRAR RASTROS DEL QUEHACER DE LA INDUSTRIA TURÍSTICA EN LA PRENSA ECONÓMICA E INCLUSO EN LAS FACULTADES DE ECONOMÍA. Es más: si uno tiene la suerte o la desgracia de emprender estudios de turismo en las escuelas superiores especializadas, puede terminar licenciándose brillantemente sin haber relacionado nunca las maravillas de los paraísos turísticos con cuestiones tan enjundiosas como la globalización, la esclavitud neocolonial de las sociedades empobrecidas y mayoritarias en el Planeta, el apocalipsis climático o el tam-tam de las nuevas migraciones globales.
Un rápido ascenso hasta ser la primera industria mundial
En un lenguaje claro y lleno de sugerencias argumentales, el libro empieza por rescatar hitos del pasado industrial que ayudan a entender las raíces profundas de “la primera industria del mundo en los albores del Siglo XXI”. Entre estos, llama poderosamente la atención la función ideológica de reeducación moral de la clase obrera británica ejercida por el pastor protestante Thomas Cook y que se halla en el origen del primer operador turístico europeo. O la estrecha relación entre geografía del turismo y las innovaciones en el transporte y la tecnología. Sin olvidar la huella neocolonial en el nacimiento, antes de la Segunda Guerra Mundial, de destinos como Cuba o Bali. Esto nos llevará a apreciar la coincidencia entre los Treinta Gloriosos (las tres décadas de fuerte crecimiento sostenido de las economías de la Europa capitalista y Norteamérica entre finales de los 40 y principios de los 70 del siglo pasado protegidas por el orden económico imperial de Bretton Woods) y la emergencia del Mediterráneo y el Caribe como las dos piscinas privilegiadas del turismo internacional, hegemónicas hasta hoy.
Un segundo flash nos lleva a reconocer la explosión turística de los años 90. Si en la década anterior, el turismo representaba ya la tercera industria del Planeta, es ahora cuando adquiere el liderazgo en la economía global. Ahí está la conexión entre el aumento hasta más de 900 millones de viajeros internacionales anuales a escala global y la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera alentada por el desmantelamiento de toda supervisión democrática y pública de los mercados impulsada por la revolución neoliberal iniciada por Reagan y Thatcher. DE HECHO, EL PRODUCTO DE MODA DE LA INDUSTRIA –EL RESORT TURÍSTICO EN RÉGIMEN DE TODO INCLUIDO DOTADO DE OFERTA COMPLEMENTARIA EN SEGUNDAS RESIDENCIAS, MARINAS, CENTROS COMERCIALES Y UN LARGO ETCÉTERA– ACTUARÁ COMO RECLAMO DE DIVISAS FÁCILES PARA EL SACRIFICIO DE IMPORTANTES REGIONES DEL SUR GLOBAL A LAS EXIGENCIAS DE CARTA BLANCA EN SU TERRITORIO PARA LAS TRANSNACIONALES DEL SECTOR.
Imagen cosmética e irreal
Y luego está EL VÍNCULO PARASITARIO ENTRE TURISMO Y MÁRQUETIN, “LA INDUSTRIA DE LA PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA”. Como escribió magistralmente JEAN BAUDRILLARD, ES INCREÍBLE QUE EL ATRACÓN DE PUBLICIDAD ORWELLIANA SOBRE PARAÍSOS AL ALCANCE DE LA MANO HAYA PERMITIDO QUE MUCHA GENTE PERCIBA EL VIAJE TURÍSTICO COMO EXPRESIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL CUANDO NO PASA DE SER UN PRODUCTO INDUSTRIAL DE DIVERSIÓN DE MASAS. GRACIAS AL ILUSIONISMO PUBLICITARIO, EL SECTOR CONSIGUE INVISIBILIZAR LA DEVASTACIÓN AMBIENTAL DE LA MAYORÍA DE TERRITORIOS AFECTADOS Y DISIMULAR QUE LAS MIGRACIONES TURÍSTICAS SOLO PUEDEN SER DISFRUTADAS POR UNA MINORÍA DE LA HUMANIDAD. Porque esto entra en llamativa contradicción con el progresivo y paralelo cierre de fronteras nórdicas para impedir la llegada de oleadas migrantes por necesidad que huyen de guerras, devastación climática y hambrunas provocadas en el Sur por la bulimia energética, material y alimentaria del sistema de vida consumista que ha hecho del turismo de masas la mejor tarjeta de visita del industrialismo capitalista en los últimos 60 años.
Esta imagen cosmética y estilizada del turismo real se halla sometida a creciente contestación. Como se argumenta rigurosamente en el libro, empieza a aumentar la contestación de muchas comunidades, especialmente en el Sur Global, ante la falta de evidencia de que los beneficios económicos del turismo sirvan para su desarrollo humano. Es más: bienes comunes clave como la tierra o el agua en Estados como Marruecos se están encareciendo para la población local mientras, en cifras del Fondo Monetario Internacional, apenas el 15% de las ganancias por turismo en el Caribe se quedan en la región. En lugar de efecto derrame (trickle down) en favor de mayor bienestar en el Sur, el turismo se revela como “el negocio de la felicidad personal” donde los países empobrecidos del Planeta son usados como patio trasero, gracias a un nivel de derechos laborales y sociales muy precario y sin tener ningún miramiento con las culturas y las poblaciones anfitrionas. Una crucial contradicción entre la promesa histórica del turismo como pasaporte al desarrollo y una sucia realidad donde los auténticos ganadores de la industria de los paraísos son unas corporaciones transnacionales donde la responsabilidad de las empresas españolas es de primerísimo nivel.
Inviabilidad sin petróleo barato
En definitiva, resulta imposible una masificación sostenible de la industria turística en los marcos del actual modelo dominante. De este modo, se apuntan dos tendencias clave sobre el oscuro futuro de la industria sin chimeneas. De entrada, el fin del petróleo barato y el avance del apocalipsis climático harán cada vez más insostenible económicamente y ambientalmente el turismo de masas, en avión, a lugares cada vez más lejanos. En esta perspectiva hacia una edad más allá de la era del petróleo (postfosilista en expresión felizmente acuñada por Ramón Fernández Durán), habrá que plantearse un desaprendizaje del consumo viajero.
En el mejor de los casos, el Planeta no puede reconvertir casi mil millones de turistas internacionales en turistas responsables por mucho que sean admirables muchas de las iniciativas comunitarias de turismo en el Sur. Por lo tanto, no queda más remedio que empezar a pensar en términos de decrecimiento global de la industria turística y especialmente del transporte en avión, que constituye, de largo, el principal agente de deterioro climático de un sector que es responsable, como mínimo, del 10% del efecto invernadero global y que hasta ahora ha sido exonerado de cualquier objetivo de protección del clima común en el Protocolo de Kioto.
Es en este contexto que cobran más actualidad, si caben, las reflexiones alternativas propuestas en el libro sobre otras formas y modelos turísticos que permitan el desarrollo de este sector sobre otras bases. Se aportan así algunos criterios y apuntes sobre experiencias diversas que nos sitúan ante el reto de empezar a construir otros mundos posibles, y por tanto también de otras formas de entender y organizar la actividad turística. Unas transformaciones urgentes que deberían incorporar a la agenda de las propuestas de emancipación y solidaridad Norte-Sur a un turismo internacional dominado por corporaciones transnacionales a quienes no importamos ni ustedes ni nosotros, ni las comunidades ni el Planeta.
Notas
[1] Este texto es un extracto del prólogo escrito por los autores para el libro Viajar perdiendo el Sur, de Rodrigo Fernández Miranda, (Libros en Acción 2011)
[2] Shaxson, Nicholas (2011), Treasure Islands. Tax Havens and the Men Who Stole the World. Londres, The Bodley Head, p. 244.
Quien está al cargo de las inspecciones a LAS CASAS DE TURISMO RURAL ILEGALES???
Hay algún estudio serio sobre su impacto económico el lo que respecta al FRAUDE y evasión de impuestos?
Que se esta haciendo para mejorar el estado de todos los miradores de la isla?
Quien se encarga de la limpieza de todos los puntos de acceso a la red de senderos de la isla?
Que pasa con la avenida de Puerto Naos?
Quien conoce las licencias y respectivas condiciones a los negocios que se ubican en dicha avenida y que dan tan mala imagen?
Si que se sale, Clea, totalmente cierto y objetivo el comentario de Atila.
Esa es la triste realidad de la isla aplatanada.
A ver si despertamos de una vez!
Para pasar del "FLOOD" del "Troll".
Comentario de Atila como Turista:
Mi experiencia como turista en La Palma ha sido como
sigue, más o menos:
Llego al aeropuerto. Alquilo un coche. Y ahora, dónde
me quedo? Me voy a Los Llanos. El Edén está lleno.
Me voy a El Paso. Alquilo una casita rural. Me doy un
baño, y casi cojo pulmonía, pues el agua caliente se
acabó en un minuto. Brrrrrrr….. Bajo al centro. Me
tomo unos whiskicitos en el Barbanegra, pocos porque
me
ponen a soplar. Entre los whiskicitos, la oscurana y
la falta de señalización, me doy una perdida que
vamos.
Al fin llego a la casita. La pulmonía vuelve a
amenazar, pues el frío es para amanzar locos. Me
levanto a las ocho. Cojo el coche y bajo todo
despistado, y en eso… Sustooo! me pasa una motito
como a cien por hora, con una escandalera que me
terminó de despertar. Logro llegar a Los Llanos. Me
como un bocadillo de carne en el mercado, muy buenos
por cierto. Le doy unas vueltas a los parientes. Bajo
a Puerto Naos, donde sólo hay cuatro guiris tomando
unos refrescos. Me tomo un cortado. Doy un par de
vueltas por Tazacorte. Me meto en la Cuevita, y vaya
zafarrancho. Llego al Puerto y me como un gofito
escaldado, y casi que junto dos sillas para dormir.
Pregunto si hay algún museo o algo parecido, y me
miran
medio raro. Cruzo la Cumbre y me voy a San Pedro, y un
poco más allá. Me tomo un whiskicito frente a la
plaza. Pregunto si hay algún museo o algo que se le
parezca y me vuelven a mirar raro. Llego al mirador
ese que hay por ahí. Tomo como 200 fotos. Regreso a
El Paso, y más whiskicito en el Barbanegra. Me da
sueño, cojo el coche, y esta vez casi que tengo que
dormir en el, pues esta vez la perdida fue como de una
hora. Por fin encuentro la casita. Me levanto a las
nueve. Voy a Fuencaliente. Tomo como 450 fotos más en
el camino. Como un bocata en el Bar Parada con su
respectivo vasovino. Me voy por ahí, hacia Santa Cruz.
Tomo como 345 fotos más. Me meto en todos esos
pueblos que hay por ahí, y ni encuentro un museo, ni
cosa que se le parezca. Bueno sí, bares que parecen
museos bastantes. Me dejo llevar por la brisa y llego
a Los Cancajos. Vuelta por aquí y por allá, y en unos
20 minutos ya lo vi todo. Me como unos calamares en el
restaurant de la playa, con sus respectivas cervezas.
Llego a Santa Cruz, y no logré estacionar, unas cuatro
o cinco vueltas, y listo, bares como arroz, pero no vi
algo que se pareciera a un museo. De vuelta a El Paso.
Bajo a Los Llanos. Me meto en el Milenium. Unos
whiskicitos, un par de bailoteos, pero la bulla me
hizo
salir huyendo. Llego a El Paso, y esta vez sólo di un
par de vueltas para encontrar la casita. Ahora sí que
me da la dichosa pulmonía, pues el frío no había manta
que lo espantara, y menos un aparatito eléctrico que
había ahí, que trabajaba diez minutos, cogía fuerza
por
media hora, y trabajaba otros diez. Total que casi me
orino en la cama, pues ni fuerzas para ir al baño
tenía, cuando pensaba en abrir la puerta, me decía que
mejor me meaba en la cama, pero logré vencer el miedo,
me puse todas las mantas encima, y logre orinar.
Mientras me dormía, planeaba el viaje del día
siguiente: mañana subo a ver los telescopios esos. Me
levanté como a las siete, luego de pensarlo bastante.
Abrí el agua caliente para afeitarme. Me metí en la
ducha, y a los 30 segundos, cuando ya estaba todo
enjabonado, MAMAAAAA…. ahora sí es verdad que cojo
la
bendita pulmonía. El chorro de agua fría casi me parte
en dos. Pero luego de secarme, entré en calor. Bajé
al centro de la Ciudad de El Paso, y me zampé un buen
pedazo de tortilla con su respectivo vasovino.
Guaooo… prepárense Muchachos del Roque que ahí voy
yo. Arranqué como alma que lleva el diablo, y en Las
Manchas la policía me quitó los ímpetus. Pregunté aquí
y allá por donde se subía a ver los telescopios esos,
y
luego de las señas correspondientes comencé a subir.
Na, mejor me devuelvo, esta vía no está para el
cagajón
este de coche. Como pude di la vuelta, y me lanzo para
Barlovento. Ey amigo, por aquí no hay algún museo?
Museo…? pos la verdad que… Y algún sitio para
comer? Sí sí sí… allí mismo preparan una comida muy
buena. Me meto una fabada en el buche, que me dejó
delirando. Con su respectivo vasovino por supuesto. A
todas estas ya era tarde para regresar a la Cámara
Frigorífica, así que me quedo en Los Sauces. Oiga
amigo, por aquí no hay algún museo? Museo…? Ah sí,
claro hombre, el del gofio! Del gofio? Sí hombre, por
allí está, cruce allí y por ahí lo ve. Gracias amigo!
Bueno, pues veremos el gofio. Cerrado! Total que me
armé de valor y decido irme a la Cámara Frigorífica,
no vaya a ser que la tortura por estos lados sea peor.
Llegué sin mayores contratiempos, excepto por una
neblina que casi me hace lanzar por un barranco más
profundo que mis ganas de visitar un museo. Me
desperté como a las ocho medio sobresaltado todavía
por
el susto, así que me dejé de coñadas y seguí durmiendo
hasta las doce. Bajé a ver a los parientes, con la
intención de ponerme en sus, creía yo, expertas manos
de guías turísticos. Hey… hey hombre… ya comiste?
Pues la verdad que no. Venga, siéntate ahí… Nos
dimos un atracón de pescado guisado en una salsita más
buena… con sus papitas arrugadas, su pelotito de
gofio y su botellita de vino, que vamos. En eso el
gofio me recordó el museo. Oye, dónde hay un museo que
ver por aquí? Quémuseoniquénámuchaaaa… Pa´la bodega
es que nos vamos pero ya… venga arranca la
máquina…
Y bueno, así pasé 25 días, entre bodega y bodega, bar
y
bar, vuelta y vuelta y como 2.564 fotos, foto más foto
menos. Claro que conocí el Museo del Vino en Las
Manchas, uno que está en la plaza de San Francisco en
Santa Cruz, pero por fuera, porque siempre estaba
cerrado, excepto una vez, pero no pude estar más de
media hora. Y otro que está en Garafía, muy mono el
museo. Ah, y un sitio muy romántico, La Montaña de La
Breña, donde pasé muchas horas mirando el paisaje, y
algo muy particular que se ve más abajo.
Publicado el 09 de diciembre de 2011 a las 01:02 GMT –
CriteriO
Si que se sale, Clea, totalmente cierto y objetivo el
comentario de Atila.
Esa es la triste realidad de la isla aplatanada.
A ver si despertamos de una vez!
Leer más
GALVA
MUY INTERESANTE:
Reflexiones en torno al turismo de masas
http://www.ecologistasenaccion.org/article8553.html
Septiembre de 2011,
Una falsa liberación individual, con graves consecuencias globales.
Joan Buades y Ernest Cañada [1]. Revista El Ecologista nº 70.
AUNQUE MUCHA GENTE PERCIBE EL VIAJE TURÍSTICO COMO EXPRESIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL, EN REALIDAD NO PASA DE SER UN PRODUCTO INDUSTRIAL DE DIVERSIÓN DE MASAS. GRACIAS AL ILUSIONISMO PUBLICITARIO, EL SECTOR CONSIGUE INVISIBILIZAR LA DEVASTACIÓN AMBIENTAL DE LA MAYORÍA DE TERRITORIOS AFECTADOS Y DISIMULAR QUE LAS MIGRACIONES TURÍSTICAS SOLO PUEDEN SER DISFRUTADAS POR UNA MINORÍA DE LA HUMANIDAD.
Hay que fijarse en el turismo si queremos cuidar nuestro mundo. En medio de las inmediateces de la vida cotidiana, es fácil dejarse confundir por los reclamos interesados en hacernos cómplices de un movimiento natural y lineal de progreso orientado al goce individual sin otros límites que la voluntad de libertad y de superación constante de nuevas metas.
La promesa de liberación individual del turismo es, precisamente, el exponente quizás más refinado y perfecto del poder de seducción de la maquinaria de publicidad en que se basa el industrialismo capitalista. Pocos mensajes merecen una aprobación social tan masiva independientemente de las formas de vida, la posición social o las creencias individuales como el de la bondad de visitar nuevos destinos o, como mínimo, el inalienable nuevo derecho humano a desconectar de la fatiga y el estrés del día a día lo más lejos posible de allí donde vivimos y nos ganamos el pan. Pareciera como si el turismo constituyera un auténtico oasis de paz, libertad y crecimiento personal al margen de la vorágine de un mundo afectado por incertidumbres y urgencias cada vez más extremas, desde el agigantamiento del foso económico entre el Norte y el Sur hasta el cambio climático.
Si ese carácter idílico es el que confiere al mundo turístico su atractivo, vale la pena reflexionar sobre las sugerentes palabras de Gillian Tett, una incisiva periodista del Financial Times y antigua estudiante de antropología en Cambridge: “PARA ENTENDER CÓMO FUNCIONA UNA COMUNIDAD, NO HAY FIJARSE SOLAMENTE EN LAS ZONAS QUE PODRÍAMOS LLAMAR DE RUIDO SOCIAL, SOBRE LAS CUALES TODO EL MUNDO DESEA HABLAR… HAY QUE FIJARSE TAMBIÉN EN LOS SILENCIOS SOCIALES”. PORQUE ESE NO LUGAR DEL TURISMO EN EL IMAGINARIO COLECTIVO RESULTA SUCULENTAMENTE PROVECHOSO PARA QUIENES SE HAN CONVERTIDO EN SUS EXORBITANTES Y DISCRETOS BENEFICIARIOS: LAS CORPORACIONES TRANSNACIONALES EXPERTAS EN LA CREACIÓN Y GESTIÓN FINANCIERA DE PARAÍSOS VACACIONALES.
RESULTA SORPRENDENTEMENTE DIFÍCIL ENCONTRAR RASTROS DEL QUEHACER DE LA INDUSTRIA TURÍSTICA EN LA PRENSA ECONÓMICA E INCLUSO EN LAS FACULTADES DE ECONOMÍA. Es más: si uno tiene la suerte o la desgracia de emprender estudios de turismo en las escuelas superiores especializadas, puede terminar licenciándose brillantemente sin haber relacionado nunca las maravillas de los paraísos turísticos con cuestiones tan enjundiosas como la globalización, la esclavitud neocolonial de las sociedades empobrecidas y mayoritarias en el Planeta, el apocalipsis climático o el tam-tam de las nuevas migraciones globales.
Un rápido ascenso hasta ser la primera industria mundial
En un lenguaje claro y lleno de sugerencias argumentales, el libro empieza por rescatar hitos del pasado industrial que ayudan a entender las raíces profundas de “la primera industria del mundo en los albores del Siglo XXI”. Entre estos, llama poderosamente la atención la función ideológica de reeducación moral de la clase obrera británica ejercida por el pastor protestante Thomas Cook y que se halla en el origen del primer operador turístico europeo. O la estrecha relación entre geografía del turismo y las innovaciones en el transporte y la tecnología. Sin olvidar la huella neocolonial en el nacimiento, antes de la Segunda Guerra Mundial, de destinos como Cuba o Bali. Esto nos llevará a apreciar la coincidencia entre los Treinta Gloriosos (las tres décadas de fuerte crecimiento sostenido de las economías de la Europa capitalista y Norteamérica entre finales de los 40 y principios de los 70 del siglo pasado protegidas por el orden económico imperial de Bretton Woods) y la emergencia del Mediterráneo y el Caribe como las dos piscinas privilegiadas del turismo internacional, hegemónicas hasta hoy.
Un segundo flash nos lleva a reconocer la explosión turística de los años 90. Si en la década anterior, el turismo representaba ya la tercera industria del Planeta, es ahora cuando adquiere el liderazgo en la economía global. Ahí está la conexión entre el aumento hasta más de 900 millones de viajeros internacionales anuales a escala global y la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera alentada por el desmantelamiento de toda supervisión democrática y pública de los mercados impulsada por la revolución neoliberal iniciada por Reagan y Thatcher. DE HECHO, EL PRODUCTO DE MODA DE LA INDUSTRIA –EL RESORT TURÍSTICO EN RÉGIMEN DE TODO INCLUIDO DOTADO DE OFERTA COMPLEMENTARIA EN SEGUNDAS RESIDENCIAS, MARINAS, CENTROS COMERCIALES Y UN LARGO ETCÉTERA– ACTUARÁ COMO RECLAMO DE DIVISAS FÁCILES PARA EL SACRIFICIO DE IMPORTANTES REGIONES DEL SUR GLOBAL A LAS EXIGENCIAS DE CARTA BLANCA EN SU TERRITORIO PARA LAS TRANSNACIONALES DEL SECTOR.
Imagen cosmética e irreal
Y luego está EL VÍNCULO PARASITARIO ENTRE TURISMO Y MÁRQUETIN, “LA INDUSTRIA DE LA PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA”. Como escribió magistralmente JEAN BAUDRILLARD, ES INCREÍBLE QUE EL ATRACÓN DE PUBLICIDAD ORWELLIANA SOBRE PARAÍSOS AL ALCANCE DE LA MANO HAYA PERMITIDO QUE MUCHA GENTE PERCIBA EL VIAJE TURÍSTICO COMO EXPRESIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL CUANDO NO PASA DE SER UN PRODUCTO INDUSTRIAL DE DIVERSIÓN DE MASAS. GRACIAS AL ILUSIONISMO PUBLICITARIO, EL SECTOR CONSIGUE INVISIBILIZAR LA DEVASTACIÓN AMBIENTAL DE LA MAYORÍA DE TERRITORIOS AFECTADOS Y DISIMULAR QUE LAS MIGRACIONES TURÍSTICAS SOLO PUEDEN SER DISFRUTADAS POR UNA MINORÍA DE LA HUMANIDAD. Porque esto entra en llamativa contradicción con el progresivo y paralelo cierre de fronteras nórdicas para impedir la llegada de oleadas migrantes por necesidad que huyen de guerras, devastación climática y hambrunas provocadas en el Sur por la bulimia energética, material y alimentaria del sistema de vida consumista que ha hecho del turismo de masas la mejor tarjeta de visita del industrialismo capitalista en los últimos 60 años.
Esta imagen cosmética y estilizada del turismo real se halla sometida a creciente contestación. Como se argumenta rigurosamente en el libro, empieza a aumentar la contestación de muchas comunidades, especialmente en el Sur Global, ante la falta de evidencia de que los beneficios económicos del turismo sirvan para su desarrollo humano. Es más: bienes comunes clave como la tierra o el agua en Estados como Marruecos se están encareciendo para la población local mientras, en cifras del Fondo Monetario Internacional, apenas el 15% de las ganancias por turismo en el Caribe se quedan en la región. En lugar de efecto derrame (trickle down) en favor de mayor bienestar en el Sur, el turismo se revela como “el negocio de la felicidad personal” donde los países empobrecidos del Planeta son usados como patio trasero, gracias a un nivel de derechos laborales y sociales muy precario y sin tener ningún miramiento con las culturas y las poblaciones anfitrionas. Una crucial contradicción entre la promesa histórica del turismo como pasaporte al desarrollo y una sucia realidad donde los auténticos ganadores de la industria de los paraísos son unas corporaciones transnacionales donde la responsabilidad de las empresas españolas es de primerísimo nivel.
Inviabilidad sin petróleo barato
En definitiva, resulta imposible una masificación sostenible de la industria turística en los marcos del actual modelo dominante. De este modo, se apuntan dos tendencias clave sobre el oscuro futuro de la industria sin chimeneas. De entrada, el fin del petróleo barato y el avance del apocalipsis climático harán cada vez más insostenible económicamente y ambientalmente el turismo de masas, en avión, a lugares cada vez más lejanos. En esta perspectiva hacia una edad más allá de la era del petróleo (postfosilista en expresión felizmente acuñada por Ramón Fernández Durán), habrá que plantearse un desaprendizaje del consumo viajero.
En el mejor de los casos, el Planeta no puede reconvertir casi mil millones de turistas internacionales en turistas responsables por mucho que sean admirables muchas de las iniciativas comunitarias de turismo en el Sur. Por lo tanto, no queda más remedio que empezar a pensar en términos de decrecimiento global de la industria turística y especialmente del transporte en avión, que constituye, de largo, el principal agente de deterioro climático de un sector que es responsable, como mínimo, del 10% del efecto invernadero global y que hasta ahora ha sido exonerado de cualquier objetivo de protección del clima común en el Protocolo de Kioto.
Es en este contexto que cobran más actualidad, si caben, las reflexiones alternativas propuestas en el libro sobre otras formas y modelos turísticos que permitan el desarrollo de este sector sobre otras bases. Se aportan así algunos criterios y apuntes sobre experiencias diversas que nos sitúan ante el reto de empezar a construir otros mundos posibles, y por tanto también de otras formas de entender y organizar la actividad turística. Unas transformaciones urgentes que deberían incorporar a la agenda de las propuestas de emancipación y solidaridad Norte-Sur a un turismo internacional dominado por corporaciones transnacionales a quienes no importamos ni ustedes ni nosotros, ni las comunidades ni el Planeta.
Notas
[1] Este texto es un extracto del prólogo escrito por los autores para el libro Viajar perdiendo el Sur, de Rodrigo Fernández Miranda, (Libros en Acción 2011)
[2] Shaxson, Nicholas (2011), Treasure Islands. Tax Havens and the Men Who Stole the World. Londres, The Bodley Head, p. 244.
YA SABEN, AYUDEN A QUE EL MUNDO SEA MAS JUSTO….
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CriteriO
Quien está al cargo de las inspecciones a LAS CASAS DE TURISMO RURAL ILEGALES???
Hay algún estudio serio sobre su impacto económico el lo que respecta al FRAUDE y evasión de impuestos?
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CriteriO
Que se esta haciendo para mejorar el estado de todos los miradores de la isla?
Quien se encarga de la limpieza de todos los puntos de acceso a la red de senderos de la isla?
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CriteriO
Que pasa con los accesos a las playas de toda la isla?
Y la limpieza de su entorno a quien compete?
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CriteriO
Que pasa con la avenida de Puerto Naos?
Quien conoce las licencias y respectivas condiciones a los negocios que se ubican en dicha avenida y que dan tan mala imagen?
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CriteriO
Van a tirar por fin el casco extraterrestre de Tazacorte para darle a la zona el valor que merece?
Hay algún plan de futuro para esa zona?
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CriteriO
Volviendo al tema:
Alguien sabe que novedades lleva el Patronato a FITUR?
Cual es su estrategia para estos proximos años?
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CriteriO
Si que se sale, Clea, totalmente cierto y objetivo el comentario de Atila.
Esa es la triste realidad de la isla aplatanada.
A ver si despertamos de una vez!
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CriteriO
REPITO.
Ya que apuron no lo hace, me animo yo…
Para pasar del "FLOOD" del "Troll".
Comentario de Atila como Turista:
Mi experiencia como turista en La Palma ha sido como
sigue, más o menos:
Llego al aeropuerto. Alquilo un coche. Y ahora, dónde
me quedo? Me voy a Los Llanos. El Edén está lleno.
Me voy a El Paso. Alquilo una casita rural. Me doy un
baño, y casi cojo pulmonía, pues el agua caliente se
acabó en un minuto. Brrrrrrr….. Bajo al centro. Me
tomo unos whiskicitos en el Barbanegra, pocos porque
me
ponen a soplar. Entre los whiskicitos, la oscurana y
la falta de señalización, me doy una perdida que
vamos.
Al fin llego a la casita. La pulmonía vuelve a
amenazar, pues el frío es para amanzar locos. Me
levanto a las ocho. Cojo el coche y bajo todo
despistado, y en eso… Sustooo! me pasa una motito
como a cien por hora, con una escandalera que me
terminó de despertar. Logro llegar a Los Llanos. Me
como un bocadillo de carne en el mercado, muy buenos
por cierto. Le doy unas vueltas a los parientes. Bajo
a Puerto Naos, donde sólo hay cuatro guiris tomando
unos refrescos. Me tomo un cortado. Doy un par de
vueltas por Tazacorte. Me meto en la Cuevita, y vaya
zafarrancho. Llego al Puerto y me como un gofito
escaldado, y casi que junto dos sillas para dormir.
Pregunto si hay algún museo o algo parecido, y me
miran
medio raro. Cruzo la Cumbre y me voy a San Pedro, y un
poco más allá. Me tomo un whiskicito frente a la
plaza. Pregunto si hay algún museo o algo que se le
parezca y me vuelven a mirar raro. Llego al mirador
ese que hay por ahí. Tomo como 200 fotos. Regreso a
El Paso, y más whiskicito en el Barbanegra. Me da
sueño, cojo el coche, y esta vez casi que tengo que
dormir en el, pues esta vez la perdida fue como de una
hora. Por fin encuentro la casita. Me levanto a las
nueve. Voy a Fuencaliente. Tomo como 450 fotos más en
el camino. Como un bocata en el Bar Parada con su
respectivo vasovino. Me voy por ahí, hacia Santa Cruz.
Tomo como 345 fotos más. Me meto en todos esos
pueblos que hay por ahí, y ni encuentro un museo, ni
cosa que se le parezca. Bueno sí, bares que parecen
museos bastantes. Me dejo llevar por la brisa y llego
a Los Cancajos. Vuelta por aquí y por allá, y en unos
20 minutos ya lo vi todo. Me como unos calamares en el
restaurant de la playa, con sus respectivas cervezas.
Llego a Santa Cruz, y no logré estacionar, unas cuatro
o cinco vueltas, y listo, bares como arroz, pero no vi
algo que se pareciera a un museo. De vuelta a El Paso.
Bajo a Los Llanos. Me meto en el Milenium. Unos
whiskicitos, un par de bailoteos, pero la bulla me
hizo
salir huyendo. Llego a El Paso, y esta vez sólo di un
par de vueltas para encontrar la casita. Ahora sí que
me da la dichosa pulmonía, pues el frío no había manta
que lo espantara, y menos un aparatito eléctrico que
había ahí, que trabajaba diez minutos, cogía fuerza
por
media hora, y trabajaba otros diez. Total que casi me
orino en la cama, pues ni fuerzas para ir al baño
tenía, cuando pensaba en abrir la puerta, me decía que
mejor me meaba en la cama, pero logré vencer el miedo,
me puse todas las mantas encima, y logre orinar.
Mientras me dormía, planeaba el viaje del día
siguiente: mañana subo a ver los telescopios esos. Me
levanté como a las siete, luego de pensarlo bastante.
Abrí el agua caliente para afeitarme. Me metí en la
ducha, y a los 30 segundos, cuando ya estaba todo
enjabonado, MAMAAAAA…. ahora sí es verdad que cojo
la
bendita pulmonía. El chorro de agua fría casi me parte
en dos. Pero luego de secarme, entré en calor. Bajé
al centro de la Ciudad de El Paso, y me zampé un buen
pedazo de tortilla con su respectivo vasovino.
Guaooo… prepárense Muchachos del Roque que ahí voy
yo. Arranqué como alma que lleva el diablo, y en Las
Manchas la policía me quitó los ímpetus. Pregunté aquí
y allá por donde se subía a ver los telescopios esos,
y
luego de las señas correspondientes comencé a subir.
Na, mejor me devuelvo, esta vía no está para el
cagajón
este de coche. Como pude di la vuelta, y me lanzo para
Barlovento. Ey amigo, por aquí no hay algún museo?
Museo…? pos la verdad que… Y algún sitio para
comer? Sí sí sí… allí mismo preparan una comida muy
buena. Me meto una fabada en el buche, que me dejó
delirando. Con su respectivo vasovino por supuesto. A
todas estas ya era tarde para regresar a la Cámara
Frigorífica, así que me quedo en Los Sauces. Oiga
amigo, por aquí no hay algún museo? Museo…? Ah sí,
claro hombre, el del gofio! Del gofio? Sí hombre, por
allí está, cruce allí y por ahí lo ve. Gracias amigo!
Bueno, pues veremos el gofio. Cerrado! Total que me
armé de valor y decido irme a la Cámara Frigorífica,
no vaya a ser que la tortura por estos lados sea peor.
Llegué sin mayores contratiempos, excepto por una
neblina que casi me hace lanzar por un barranco más
profundo que mis ganas de visitar un museo. Me
desperté como a las ocho medio sobresaltado todavía
por
el susto, así que me dejé de coñadas y seguí durmiendo
hasta las doce. Bajé a ver a los parientes, con la
intención de ponerme en sus, creía yo, expertas manos
de guías turísticos. Hey… hey hombre… ya comiste?
Pues la verdad que no. Venga, siéntate ahí… Nos
dimos un atracón de pescado guisado en una salsita más
buena… con sus papitas arrugadas, su pelotito de
gofio y su botellita de vino, que vamos. En eso el
gofio me recordó el museo. Oye, dónde hay un museo que
ver por aquí? Quémuseoniquénámuchaaaa… Pa´la bodega
es que nos vamos pero ya… venga arranca la
máquina…
Y bueno, así pasé 25 días, entre bodega y bodega, bar
y
bar, vuelta y vuelta y como 2.564 fotos, foto más foto
menos. Claro que conocí el Museo del Vino en Las
Manchas, uno que está en la plaza de San Francisco en
Santa Cruz, pero por fuera, porque siempre estaba
cerrado, excepto una vez, pero no pude estar más de
media hora. Y otro que está en Garafía, muy mono el
museo. Ah, y un sitio muy romántico, La Montaña de La
Breña, donde pasé muchas horas mirando el paisaje, y
algo muy particular que se ve más abajo.
Publicado el 09 de diciembre de 2011 a las 01:02 GMT –
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