Segundo cierre temporal del Hotel Sol de Puerto Naos

Entiendo que la mayor parte de las opiniones que se vierten acerca del turismo en La Palma, se hace con buena voluntad y con el deseo de que la industria turística prospere como fórmula de avanzar en el crecimiento económico de la isla.

Pero señores míos el asunto es más complejo que lo que a primera vista se cree. Se dice por ejemplo, "si hubiera más hoteles y mayor número de camas en explotación, sería más fácil para los T.O. programar más vuelos y traer más turistas".
Esto es una verdad en si mismo pero para que haya más hoteles alguien tiene que creer en que haciendo las inversiones debidas, va a recuperar su inversión y además rentabilizar la misma, cosa que hoy por hoy el hacer lo mismo en otros destinos tiene un menor nivel de incertidumbre, y así pasa que el que invierte recursos, suele hacer mucho caso a quien les hace los planes de viabilidad y claro, terminan invirtiendo en otro lado.

La creencia de que en La Palma no hay una floreciente industria hotelero/turística debido a unos malvados agricultores que por hacer la puñeta no venden sus tierras para hacer hoteles es un bulo que cualquier persona que haya estudiado mínimamente como funciona la economía en general tiene bastante claro.

Con las autoridades sucede otro tanto. Si de verdad hubiera habido un verdadero interés por parte de los agentes que mueven el turismo europeo en convertir la Palma en un destino turístico de referencia, y ello conllevara que lo pagado por el terreno hubiera sido más rentable para los dueños que plantar plátanos, no me creo que les haya entrado de repente un ataque de virtudes ecologistas y no se hayan rendido al vil metal, que es la regla de oro que ha funcionado en Canarias en general.

Ante el vil metal hacen reverencias hasta los más virtuosos.

Pero en La Palma, dada sus características naturales, desde que el turismo de sol u playa aterrizó en Canarias, ha sido menos interesante invertir que en otros destinos del Archipiélago.

Aparte de eso, dado que el diseño del producto turístico palmero no ha tenido un diseño muy especial y particular, sino que se ha intentado hacer lo miso que en otras partes del Archipiélago pero a lo pobre, pues más de lo mismo. Hoteles, que la realidad de los resultados de sus cuentas anuales se parecen a las previsiones que un día hicieron ilusionados, se parecen tanto como un huevo a una castaña, y menos más que a trancas y barrancas van tirando.

Productos turísticos con calidad y buen servicio a una escala limitada, será rentable, pues cuentan con la diferencial competitiva de estar en La Palma, que tiene muchas virtudes que un turismo minoritario y culto desea antes que los grades destinos de otras islas.

Que los hoteleros vayan a Madeira que queda a un tiro de piedra de Garafía y quizás encuentres ideas útiles.

Algo es algo, pero por favor no pedirle peras al olmo, y tratemos de arar con la yunta que tenemos y no con el magnífico tractor que nos gustaría tener pero que nadie nos quiere comprar y regalárnoslo por Navidad.