Starmus: La ciencia que no llegó

La pasada edición del festival de ciencia que conocemos como Starmus, ha tenido lugar en la isla de La Palma en la última semana de abril; un plantel de científicos de renombre mundial y otros tantos venidos del territorio nacional y local se han dado cita en esta maravillosa iniciativa que trata de acercar la ciencia al gran público y por supuesto a los más pequeños. Y aquí es donde quiero poner la atención del lector/a pues a veces siguiendo la falacia del nirvana, lo mejor es enemigo de lo bueno.

Y me refiero concretamente al encuentro de escolares que tuvo lugar en Santa Cruz de La Palma el pasado viernes, 25 de abril, y es que sin poner en duda las buenas intenciones, la verdad es que de acuerdo al testimonio de varios profesionales que participaron como asistentes al acto, el mismo fue un despropósito.

En primer lugar reunir a un gran número de escolares lo cual conlleva un gran esfuerzo organizativo por parte de los centro educativos, y la gran responsabilidad que eso implica para los adultos acompañantes; lástima que las expectativas y la ilusión generadas en los niños no haya podido ser colmada debido a la desorganización y mala planificación de dicho encuentro, pues se convocaron a un gran número de colegios, algunos de los cuales llevaron a niños muy pequeños que no estaban preparados para recibir el tipo de información que allí se pretendía ofrecer, y digo pretendía, porque  la organización no supo estar a la altura de lo que se esperaba, niños en la calle, algunos de preescolar llenos de ilusión, ilusión frustrada pues no pudieron entrar en los talleres que se ofertaban; por otro lado, no había los suficientes monitores para atenderlos, o no les daba tiempo a entrar en el taller solicitado y por lo tanto algunos se quedaron sin participar, pues no había unos circuitos bien organizados en tiempo y forma que permitiesen a los estudiantes participar activamente en los mismos con la ayuda de un personal bien entrenado y cualificado.

Por otro lado, el afán informativo de algunos medios de comunicación tratando de fotografiar a los pequeños, aún cuando el profesorado acompañante advertía de que el derecho a la privacidad no estaba siendo respetado.

Otro desaguisado fue la invitación dirigida a los centros educativos varias semanas antes a participar a través de tareas científicas realizadas por los escolares a modo de concurso con la intención de que los ganadores pudiesen tener un pase especial por determinados talleres,  y que al final no tuvo efecto, no hizo más que frustrar a alumnos y profesores al haber participado y no obtener el citado y anunciado premio.

El nivel de charlas no se adecuó a los escolares asistentes, sino más bien parecía que estuviese dirigido a adultos (el profesorado) y no a los estudiantes. Además, no estuvo claro el tema de las invitaciones a las ponencias de los científicos, pues hubo profesores que aún queriendo asistir a las mismas, las invitaciones fueron entregadas a la prensa en el mismo hotel,  y el profesorado quedó sin recibir la acreditación correspondiente.

Aquí me viene a la memoria el viejo refrán español de que el que mucho abraca, poco atraca.

Así que es una verdadera pena que este esfuerzo haya servido más para colocar un nuevo “tic” en la agenda del político de turno que a fomentar y divulgar el interés por la ciencia en los más pequeños, de nuestros estudiantes que son en definitiva el futuro de nuestra sociedad.

Así que espero que, en la próxima edición, se haga una previsión más realista y se organice de manera más racional, de modo que el esfuerzo invertido por unos y otros no se vea frustrado o desdibujado. No se trata de echar criaturas a la calle sin ton ni son, sino de hacer a los escolares verdaderos partícipes en la divulgación de la ciencia fomentando el famoso eje STEAM que pretende crear un interés por la ciencia a través del fomento de unas metodologías pedagógicas integradoras y que contempla diversos ámbitos: Science, Technology, Engineering, Arts and Mathematics, de ahí viene el acrónimo.