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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

Las papas y la globalización

  • Esta semana en Makro me encontré papas del Reino Unido a 0.28 céntimos el Kg

Esta semana tuve que pasar por Makro y me encontré con una oferta especial: papas del Reino Unido a 0.28 céntimos el Kg. Inmediatamente me acordé de Jorge. Jorge es un amigo que ha quedado en el paro de la construcción, y para sobrevivir, alternando con contratos muy precarios y temporales, siembra unos sacos de papas en medianías y me cuenta que cuando las lleva al mercado se encuentra dos problemas, primero que le exigen ser autónomo para poder vender y segundo que la oferta es de miseria debido a estos efectos de la globalización, y la pregunta es ¿Es bueno que estas papas lleguen aquí sin el más mínimo arancel? Y, lo que es peor ¿está la importación de estas papas favorecida por el REA (Régimen Específico de Abastecimiento)?

Cuando uno lee u oye hablar de la globalización, no sabe a qué atenerse, pues defensores y detractores se enzarzan en discusiones interminable e incomprensibles para las personas que carecemos de conocimientos económicos profundos, basta ver los distintos economistas que debaten en las tertulias, como defienden lo políticamente conveniente a la opción que defienden, o la de los que les pagan. Lo que si está claro es que: aunque la economía se basa en las matemáticas, carece de la certeza científica de las mismas, pues en caso contrario, si los resultados fuesen matemáticamente calculables, bastaría con aceptar los axiomas que dan buenos resultados. Todo parece indicar que ni las teorías son fiables ni el espacio- tiempo de aplicación de las mismas nos conduce a los mismos resultados.

Hace mucho tiempo que leí otra novela de Saramago "La Caverna" en la que afronta el tema de la globalización a través de las peripecias de una familia de alfareros que sucumbe económicamente frente a la aparición de los recipientes de plástico. Es un buen libro y un verdadero grito de alerta de este hombre, intelectual e inconformista, frente a la globalización. Una verdadera contradicción con ese mundo económicamente dependiente de un único mercado mundial, que suprime todos los aranceles permitiendo la libre circulación financiera y productiva, en una especie de brillo absoluto del capitalismo que subyuga a sus pretensiones las políticas de los estados soberanos, y los convierte en falacias políticas pues, en las praxis, el soberanismo lo detenta el capital de los bancos y empresas multinacionales.

¿Quién tiene la razón en esta discusión? Es evidente que las opciones de respuesta están marcadas por las ideologías o los intereses de los defensores – detractores y que las ventajas e inconvenientes se maquillan a gusto del consumidor.

En una síntesis de lo mucho escrito podríamos encontrar como lo más admitido y por tanto más significativo en ventajas e inconvenientes lo siguiente:

Algunas Ventajas:

Disminución de los costes de producción.

Abaratamiento de productos.

Aumento de empleo "donde llegan las multinacionales".

Aumento de competitividad empresarial.

Elevación de la calidad de los productos.

Aparición de mejoras tecnológicas.

Mayor accesibilidad a los bienes.

Algunos Inconvenientes:

Mayor desigualdad económica (acumulación extrema de capital).

Desigualdad económica dentro de cada nación.

Destrucción del tejido productivo de los países en desarrollo.

Aumento del desempleo y la pobreza en los países desarrollados.

Mayor injerencia económica de los países muy desarrollados.

Degradación del medio ambiente por la explotación de recursos.

Menor oportunidad al competir con los monstruos de las multinacionales.

Mayor fuga de capitales por la movilidad de las empresas.

Reconociendo de antemano que no tengo formación económica para rebatir o defender posturas macroeconómicas, hay cosas que nuestra lógica natural nos lleva a sopesar. Lo que parece fuera de todo lugar es que nuestros Jorges puedan sembrar papas para venderlas a 0.28 céntimos, y también es claro que si no se siembran en nuestro suelo los 28 céntimos emigran a los países productores y emigran los de las lechugas francesas, los de las frutas, los del vino, los de la carne, la leche, etc. etc. etc, y como no hay dónde ganar un euro, cada vez nos será más imposible comprar, por más barato que nos lo pongan.

Así que: destruimos nuestra economía, nos hacemos improductivos, y después subvencionamos con robos como el REA la importación de productos de necesidad.
Realmente no lo entiendo ni lo comparto y es clamor popular esa protección que permita vivir sin depender descaradamente de multinacionales e importadores. Otra cosa es que nos pongamos en la tesitura de preguntarnos hasta qué punto se puede luchar contra esta globalización sin salirse de este mundo, y hasta qué punto las políticas lo pueden resolver, pero parece un absurdo los estudios sin sentido, cuando tenemos tanto políticamente por hacer, que no es otra cosa que coger el toro por los cuernos y dejar de favorecer a los de siempre.

Continuamos.

 

 

 

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